Alma tiene diecisiete años, el pelo castaño, la boca un poco grande y los ojos oscuros.
Tiene dos amigas íntimas, Greta y Nata, un puñado de gente con la que se va de fiesta y el recuerdo de una noche que le gustaría olvidar.
Alma también tiene una cuenta en Instagram (@colemanmiller18, con 950K seguidores), aunque nadie sabe que es suya.
Pero de todo lo que Alma tiene, lo más importante está dentro de la mochila negra que lleva a la espalda. Es algo que va a cambiar su vida en un instante.
«Cuidado, aquí se esconde un violador.»
Es lo que dicen las grandes letras color sangre en la tela que Alma acaba de colgar en la fachada de su instituto.
Su protagonista, Christopher Boone, es uno de los más originales que han surgido en el panorama de la narrativa internacional en los últimos años, y está destinado a convertirse en un héroe literario universal de la talla de Oliver Twist y Holden Caulfield. A sus quince años, Christopher conoce las capitales de todos los países del mundo, puede explicar la teoría de la relatividad y recitar los números primos hasta el 7.507, pero le cuesta relacionarse con otros seres humanos. Le gustan las listas, los esquemas y la verdad, pero odia el amarillo, el marrón y el contacto físico. Si bien nunca ha ido solo más allá de la tienda de la esquina, la noche que el perro de una vecina aparece atravesado por un horcón, Christopher decide iniciar la búsqueda del culpable.
Elmer y Rose han creado una familia perfecta entre los enormes cactus de un remoto paisaje desértico, un hogar lleno de amor para sus cinco hijas, todas con nombres de flor: Edelweiss, Iris, Melissa, Dahlia y Daisy.
Pero la inesperada llegada de Rick, un excursionista en busca de refugio, revoluciona a las hermanas. Y cuando Elmer y Rose descubren que el muchacho no es quien dice ser, el enfrentamiento que librarán -una lucha entre la verdad y la mentira, la justicia y el crimen- destapará terribles secretos que cambiarán para siempre la vida de todos ellos.
Viena, 1894. En un sarcófago del Museo de Historia del Arte de la ciudad aparece, momificado, el cuerpo del profesor Alfons Strössner, uno de los mayores egiptólogos del mundo. El inspector Leopold von Herzfeldt será el encargado de un caso sobre el que parece cernirse una terrible maldición: de los cuatro miembros de la última expedición a la Tierra Negra, tres han fallecido en extrañas circunstancias.
Leo llevará al límite los novedosos métodos de investigación del momento para dar con el culpable; sin embargo, cuando las pistas se agoten recurrirá, una vez más, a Augustin Rothmayer, el sepulturero del Cementerio Central de Viena, y junto con Julia Wolf, ahora fotógrafa forense de la policía, se verán envueltos en un fascinante misterio en el que todos los indicios conducen a Egipto.
La joven y hermosa Tessa Quayle es asesinada cerca del lago Turkana, en el norte de Kenia. Su supuesto amante africano y compañero de viaje, un médico al servicio de una ONG, ha desaparecido de la escena del crimen.
Justin, el marido de Tessa, aficionado a la jardinería y diplomático en la embajada británica de Nairobi, emprende una particular odisea en busca de los asesinos de su mujer y sus motivos. Sus indagaciones le llevan al Foreign Office de Londres, a distintos países de Europa, a Canadá, de nuevo a África, a lo más profundo de Sudán del Sur, y, finalmente, al mismo lugar donde Tessa murió. En el camino hallará terror, violencia, conspiraciones y verdades incómodas. Pero su mayor logro será descubrir el extraordinario coraje de Tessa, la mujer a la que apenas tuvo tiempo de amar.
En los albores de un nuevo siglo, en un invierno característico de Filadelfia, nace Alma Whittaker. Su padre, Henry Whittaker, es un explorador botánico audaz y carismático cuya vasta fortuna oculta unos orígenes humildes: comenzó de pilluelo en los jardines Kew de Sir Joseph Banks y de grumete a bordo del Resolution del capitán Cook. La madre de Alma, una estricta holandesa de buena familia, sabe tanto de botánica como cualquier hombre.
Niña independiente, con una sed de conocimientos insaciable, Alma no tarda en adentrarse en el mundo de las plantas y de la ciencia. Sin embargo, a medida que el minucioso estudio de los musgos la acerca más y más a los misterios de la evolución, el hombre al que ama la arrastra en la dirección opuesta: al mundo de lo espiritual, lo divino y lo mágico. Ella es una científica de mente despejada; él es un artista utópico. Pero lo que une a esta pareja es la pasión compartida por el saber: el desesperado deseo de comprender cómo funciona el mundo, de qué están hechos los mecanismos de la vida.