La batalla de Teruel fue una de las más cruentas de la guerra civil española y se desarrolló en medio de la mayor adversidad climatológica posible, en un invierno en el que los termómetros marcarían temperaturas de dieciocho grados bajo cero. Éxito inicial de la República al impedir la proyectada ofensiva franquista sobre Madrid, la iniciativa gubernamental culminaría con la toma de la única capital de provincia que conseguiría conquistar durante la guerra, convirtiéndose en un gran éxito propagandístico con repercusión en las cancillerías europeas y en la opinión pública internacional. En Teruel y sus alrededores se darían cita doscientos mil combatientes de ambos ejércitos, luchando por una ciudad de apenas trece mil habitantes, con durísimos combates en el interior de la ciudad, el asedio de los defensores y el sufrimiento de la población civil, mientras en el exterior continuaba el enfrentamiento de las mejores unidades militares de los dos ejércitos contendientes. Teruel, al final de la batalla, sería reconquistada por el ejército franquista, que se encontraría con una ciudad devastada. El largo desgaste padecido durante los dos meses largos que duró la batalla acabaría decantando el futuro de la guerra a favor del bando sublevado. «Esta historia reveladora de la batalla de Teruel y su impacto sobre la población local surge de una investigación larga y rigurosa y un conocimiento íntimo y detallado del terreno mismo de la contienda. Un relato lúcido, vívido, empático y desgarrador de una de las batallas más decisivas de la guerra civil española». Jane Duran
En 1975 se reunieron en un solo libro los principales artículos publicados por André Bazin en la prensa especializada, con el respaldo de Jeanine Bazin y François Truffaut. Este último llegó a decir que, “más que un crítico, Bazin era un escritor de cine, que se preocupaba más de escribir los films que de juzgarlos”.
Durante la Antigüedad tardía, el culto a los santos y a sus reliquias se convirtió en un elemento clave de la identidad occidental, pero también en una ventana desde la que asomarse a la sociedad, la cultura y las creencias dominantes.
En este libro el lector es invitado a percibir los anhelos, las certezas y la gran valoración de los santos, invisibles compañeros cuya presencia sentían vívidamente los cristianos en general. A los santos se encomiendan sin excepción amos y siervos, devotos y laxos, ricos y pobres, en busca de la salud perdida, la justicia mancillada, la belleza ideal y la esperanza que se prolonga más allá de la muerte.
La lectura de estas páginas cuestiona en su raíz el «modelo de los dos niveles», según el cual las prácticas religiosas de las élites cultivadas poco tenían que ver con las «supersticiones» de las masas populares. Por el contrario, el culto a los santos afectó por igual a todas las clases; más aún, fue el motor que favoreció el desarrollo de la fe y que configuró una sociedad nueva, inicio de la Edad Media.
Esta obra, convertida en un clásico de los estudios históricos, ha sido enriquecida con un nuevo prefacio donde el autor responde a las críticas y matiza las conclusiones de su reconocida investigación.