El 28 enero de 1908, una española de 17 años, sentada a lomos de un elefante lujosamente enjaezado, hace su entrada en una pequeña ciudad del norte de la India. El pueblo entero está en la calle rindiendo un cálido homenaje a la nueva princesa de tez tan blanca como las nieves del Himalaya. Podría parecer un cuento de hadas, pero así fue la boda de la andaluza Anita Delgado con el riquísimo maharajá de Kapurthala. Y así empezó una gran historia de amor —y traición— que se desgranó durante casi dos décadas en el corazón de una India a punto de extinguirse.
Una obra fascinante que describe los infiernos y los paraísos del amor y dibuja un rico mosaico histórico sobre la asombrosa aventura de la existencia.
Sabido es que hay amores que matan. Y en Pasiones, Rosa Montero da fe de ello a través de la descripción de dieciocho grandes idilios de todas las épocas. Son historias de pasiones famosas, solitarias o compartidas, de desgracias eternas y felicidades más bien pasajeras.
La autora nos acerca así a las intensas relaciones que vivieron desde Marco Antonio y Cleopatra hasta Juana la Loca y Felipe el Hermoso, desde Eva Duarte y Juan Perón hasta John Lennon y Yoko Ono o como la de Lewis Carroll por la niña Alice Liddell.
Paterson es un poema-libro dividido en cinco parte, con una estructura orgánica. Es la obra fundamental de Williams y en la que estuvo trabajando durante casi veinte años. Esta edición incluye también los fragmentos de lo que habría de ser el libro IV. El poema es una obra con pretensión de escritura total: dar razón de una tierra, de la historia de una ciudad se intentan rastrear las huellas de toda historia americana. El lenguaje está integrado en el experimento narrativo, y Williams lo fuerza, lo distorsiona y lo pone al servicio de los acontecimientos.
El día en que ETA anuncia el abandono de las armas, Bittori se dirige al cementerio para contarle a la tumba de su marido el Txato, asesinado por los terroristas, que ha decidido volver a la casa donde vivieron. ¿Podrá convivir con quienes la acosaron antes y después del atentado que trastocó su vida y la de su familia? ¿Podrá saber quién fue el encapuchado que un día lluvioso mató a su marido, cuando volvía de su empresa de transportes? Por más que llegue a escondidas, la presencia de Bittori alterará la falsa tranquilidad del pueblo, sobre todo de su vecina Miren, amiga íntima en otro tiempo, y madre de Joxe Mari, un terrorista encarcelado y sospechoso de los peores temores de Bittori. ¿Qué pasó entre esas dos mujeres? ¿Qué ha envenenado la vida de sus hijos y sus maridos tan unidos en el pasado? Con sus desgarros disimulados y sus convicciones inquebrantables, con sus heridas y sus valentías, la historia incandescente de sus vidas antes y después del cráter que fue la muerte del Txato, nos habla de la imposibilidad de olvidar y de la necesidad de perdón en una comunidad rota por el fanatismo político.
En el año 1964 un Tercer Reich victorioso se dispone a celebrar el 75 aniversario de Adolf Hitler. En ese momento, aparece flotando en un lago de Berlín el cadáver de un anciano desnudo. Se trata de un alto cargo del partido, el siguiente de una lista secreta que condena a muerte a todos los que figuran en ella. Y han ido cayendo uno tras otro, en una conspiración que no ha hecho más que comenzar...
MARIO OBRERO (Madrid, 2003) comenzó a escribir a los siete años. En 2018, su libro Carpintería de Armónicos resultó ganador del XIV Premio de Poesía Joven Félix Grande. En 2019, publicó su segundo libro Ese ruido ya pájaro. Actualmente es alumno de Humanidades en el instituto público La Senda de Getafe.
«Podemos recibir a Mario Obrero como una revelación de la poesía última. Había dejado indicios en dos libros anteriores, pero es aquí, en Peachtree City, cuando desborda el caudal de su escritura. Estos poemas fueron escritos entre Atlanta (EE. UU.) y Getafe (Madrid), pero lo que importa, más allá de su localización, es el ímpetu del que vienen: el desconcierto, la celebración, la ironía, el paisaje trascendido y una absoluta libertad para hacer del idioma un acontecimiento, una armonía y una fiesta de imágenes donde la vida se propulsa en todas direcciones. Obrero no renuncia a compañeros de viaje (Lorca, Whitman, Ginsberg, León Felipe), pero el camino es extraordinariamente suyo. Él se habla a sí mismo, con rotunda y hermosa ambigüedad, y en esa voz el lector se embarca sin meta: el poeta es alguien que no sabe qué o por qué pero sabe cómo, escribe. La poesía de este autor zarandea porque llega a una elegante solución inesperada: entre los rifles expuestos en el supermercado Walmart y el limonero del patio de la abuela, en medio, vibra el poema». ANTONIO LUCAS