Jueces, maestros, policías, militarotes de pistola y fusta, muertos vivos, engendros de la noche y reflexivos homicidas habitan estas páginas… Una implacable vitrina variopinta de ejemplares cercados por sus circunstancias, siempre al borde del desbarrancadero de lo humano, encarnando pasiones, dolores, añoranzas, indecibles crueldades o altruismos, viviendo, en fin, respirando, amando y muriendo en buena lid bajo el mágico hechizo que nos depara la ficción…
Como un discreto y detallista orfebre, Olivo ha ido poblando su mundo literario con historias y seres que pugnan por entrar a un imaginario más vasto, tornándose metáforas de elevado nivel. Un juez ya no es un juez, sino la «justicia», un asesino es un espejo, un artista, un abismo…
Nada desdeña Olivo, ni se encasilla en fronteras genéricas. Con la misma soltura transita del texto clásico y realista a la nota folclórica, la crónica popular y el mito, construyendo una obra que empieza a dialogar con las mejores tradiciones del cuento latinoamericano. Amenos, conmovedores, impactantes, estos relatos concebidos «desde un costado de la des(memoria)» nos mirarán de frente, grabándose en el alma. Muchos no podrán sostener la mirada.
Rafael J. Rodríguez Pérez