En una pequeña isla se produce un misterioso fenómeno. Un día desaparecen los pájaros, al siguiente podría desaparecer cualquier cosa: los peces, los árboles... Peor aún, también se desvanecerá su memoria, al igual que las emociones y sensaciones asociadas a ellos. Nadie sabrá ni recordará entonces qué eran. Hay incluso una policía dedicada a perseguir a los que conservan la capacidad de recordar lo que ya no existe. En esa isla vive una joven escritora que, tras la muerte de su madre, intenta escribir una novela mientras trata de ayudar a su editor, que está en peligro porque forma parte de los pocos que recuerdan.
En La polca de los osos, Margo Glantz nos invita a un viaje por tres regiones esenciales de la literatura que ha admirado, traducido y estudiado. Grabamos de entrada la imagen del cuerpo en la literatura y principalmente el territorio del erotismo, los diversos hallazgos que han aportado indispensables, de Sade a Bataille y de Kawabata a Simone de Beauvoir. Luego contemplamos las estrategias de la memoria en clásicos como Proust, Flaubert, Rimbaud, una docena de autores Claude Simon o Marguerite Duras. Aquí el libro realiza giro admirable y la prosa de Margo Glantz repasa la trayectoria de los escritores perseguidos por el nazismo, de Paul Celan a Primo Levi. Un cuerpo y placer, memoria y dolor son ejes de este libro exquisito, apuntalados brioso, apasionado, divertido, por momentos impetuoso pero sobre todo adictivo y brillante. Estos ensayos de una de nuestras prosistas más destacadas ofrecen un panorama de la sensualidad y el placer, la memoria del cuerpo, el dolor y la vida tal como la presentación de la escritura algunos de los con un estilo literario. En La polca de los osos, Margo Glantz refrenda las posibilidades placenteras del ensayo y, por supuesto, de la gran literatura.
¿Puede elegirse entre el deber impuesto y los designios del corazón?
Asturias, 1853. En el municipio de Castrillón, colindante a Avilés, el patriarca de una familia aristocrática local muere repentinamente y deja sin hogar a sus nietas, Sara y Nelia. La propiedad queda en manos de Iván Arango, uno de los propietarios de la floreciente mina de Arnao. Mientras que su tía Honoria y su prima Sofía las enredan en juegos casamenteros para asegurar su futuro, ellas tienen otras pretensiones. Esto las enfrentará directamente con una sociedad en transformación y tensará todavía más la relación entre Iván y Sara, divididos tanto por su clase social como por la disparidad de sus objetivos, pero unidos por una creciente atracción amorosa. Ellos serán sólo algunos de los afectados por una época de cambios donde la forma de vida tradicional choca frontalmente con los intereses de la nueva sociedad industrial.