En la personalidad política de Pedro Sánchez convergen signos y rasgos que sugieren un síndrome narcisista, que influye y condiciona su particular estilo de gobernanza. Si bien el narcisismo en su medida adecuada puede fortalecer la autoestima personal, en exceso puede tornarse perjudicial. El autor de este ensayo sostiene que la personalidad del presidente Sánchez está estrechamente ligada al fenómeno del socialpopulismo que actualmente define el panorama político español, caracterizado por una polarización política promovida desde el gobierno. En el socialpopulismo, la voluntad del líder se erige como la única fuente de legitimidad, sin estar sujeta ni a la ley ni al interés general. El entramado político concebido por Pedro Sánchez y su círculo cercano constituye un artefacto políticamente eficaz pero democráticamente perjudicial. Este ensayo busca indagar en las causas y motivos que han llevado a la involución democrática del peculiar Gobierno de España. El uso del «escudo social» como encubrimiento de políticas clientelistas y populistas es el núcleo del socialpopulismo, cuyo principal propósito es la perpetuación en el poder. La evitación de la alternancia política es la meta de este régimen, empleando como principal estrategia la creación de un enemigo (denominado «la fachosfera») desprovisto de virtudes y marcado por su ilegitimidad original, basada en una falsa narrativa histórica sobre la transición política de España.
Con las cámaras de los teléfonos convertidas en apéndices humanos generamos muchas más imágenes de las que podemos consumir, imágenes que nos someten y ante las que, a veces, no queda más que sublevarse. Imágenes que nos degluten y a las que de vez en cuando conviene deglutir. Imágenes que, bajo la alfombra inabarcable de las millones de reproducciones, casi siempre nos ocultan los imaginarios de esta era, que empezó con la nueva derecha poniendo a volar la cabeza sin cuerpo de Lenin sobre el cielo de Berlín y se alarga hasta un presente en el que la nueva izquierda ha echado a cabalgar el cuerpo sin cabeza de Franco en el suelo de Barcelona.
El problema meridional ha sido estudiado a lo largo de todo el siglo xix por un gran número de investigadores. Su denuncia de los males sociales y políticos se ha presentado como un problema relacionado con la distribución de la riqueza o con la necesidad.
A lo largo de últimas décadas, la producción y el consumo de plástico han aumentado de una manera imparable, y esta situación se ha visto agravada a causa de la pandemia mundial de covid-19. En la actualidad, las toneladas de envases y bolsas realizados con plásticos de un solo uso acumuladas en los vertederos es tan elevada que supone un problema medioambiental inmanejable. Hay plásticos que no se pueden reutilizar y solo disolviendo su estructura, a través de calor y abrasión, es posible reciclar sus componentes; pero este proceso tiene grandes riesgos para la salud debido a la emisión de micropartículas que terminan en el aire que respiramos. Esto lo saben las empresas que producen plástico y las distribuidoras que lo utilizan, pero no parece importarles. Mediante campañas de desinformación tejidas de manera irresponsable por dichas empresas y sus lobbies pertinaces, el plástico se ha introducido progresivamente en la economía productiva.
En su momento de mayor celebridad como dramaturgo, hacia 1891, y habiendo publicado ya su novela El retrato de Dorian Gray, Oscar Wilde conoce a Bosie, sobrenombre de lord Alfred Douglas, e inician una apasionada relación. El padre del joven, el marqués de Queensberry, escandalizado, se dedica a investigar al escritor para luego denunciarlo por prácticas homosexuales. En el juicio, Wilde es declarado culpable de los cargos de conducta indecente y sodomía, y condenado a dos años de prisión y trabajos forzados. Su vida cambia abruptamente y muere, exiliado, apenas unos años después.
El mundo está cambiando. Los animales se están yendo al norte, cada vez son más frecuentes las megaolas de calor, y los incendios, más virulentos e incontrolables, son ya de sexta generación. Por no hablar de la prolongación de la temporada de mosquitos o la progresiva desaparición de las golondrinas que llegaban cada primavera. El modo en que entendamos estas señales y nos enfrentemos a sus consecuencias en lo que queda de siglo será clave para el futuro de nuestra especie.
En Calor, el periodista científico Miguel Ángel Criado se sumerge en una investigación sin precedentes sobre la magnitud de los efectos de la crisis climática en España. Quienes no consideren que el impacto en la flora y la fauna sea motivo suficiente de alarma, tal vez entiendan la necesidad inmediata de tomar cartas en el asunto si ven peligrar las industrias de las que depende este país, como la vitivinícola o la turística, o se sientan interpelados ante la dificultad cada vez mayor para sobrevivir (en algunos casos, literalmente) a los rigurosos veranos en las ciudades.
La génesis, ejecución y secuelas del día D a través de los ojos del propio Winston Churchill.
Al amanecer del 6 de junio de 1944, el desembarco de la mayor armada de buques jamás reunida comenzó a las 6:30 horas. Durante la noche, los paracaidistas aseguraron el flanco oriental de la zona de desembarco, mientras que otras Divisiones Aerotransportadas estadounidenses protegían el flanco occidental para evitar contraataques alemanes. Cuando Gran Bretaña se despertó con la noticia del desembarco, la declaración formal ante la Cámara de los Comunes recayó sobre su Primer Ministro, Winston Churchill. Aunque Churchill era consciente de la enorme responsabilidad que tenía para con los soldados británicos y los civiles franceses, y aunque sabía que sus oponentes políticos cuestionarían su liderazgo, apenas compartirá las conversaciones, los pensamientos más íntimos, las deliberaciones y las decisiones que ha estado tomando y que seguirá tomando en este día. Todo pende de un hilo. El Día D de Churchill ofrece exactamente esa historia viva, una oportunidad sin precedentes para que los lectores vivan la Invasión de Normandía como la vivió el propio Bulldog británico.
Esta obra, por primera vez en castellano, ofrece una visión de aquellos días -alejada de dogmatismos, tópicos y modas políticas y académicas- sobre el origen y la historia de la República de Weimar. Rosenberg tuvo a su disposición material desconocido para ofrecer explicaciones sobre el desarrollo del movimiento obrero alemán, tierra de nadie y a veces tabú en la literatura internacional. Rosenberg, como exponía quien fuera editor de parte de su obra, Kurt Kersten, pone en debate interpretaciones que han calado como dogmas y da a conocer al lector la naturaleza y las intenciones de figuras como Rosa Luxemburg y Karl Liebknecht. Quizá todo ello explica su olvido como gran historiador marxista.
100 años después de la Marcha sobre Roma, Georgia Meloni llegó al poder en Italia. Cuando se cumplían casi 90 años del incendio ocurrido en el Reichstag, ante el asombro de medio mundo, el Capitolio de Estados Unidos fue asaltado por una turba de partidarios de Trump. 85 años después de la noche de los cristales rotos, cientos de bolsonaristas ocuparon el parlamento brasileño negándose a aceptar el resultado electoral. Y más de 78 años después de la victoria contra el nazi-fascismo en la Segunda Guerra Mundial asistimos a una verdadera eclosión global de las derechas radicales. Todo ello nos plantea algunas preguntas inquietantes: ¿Qué está detrás de esta emergencia global reaccionaria? Y, sobre todo, ¿se puede reeditar una suerte de totalitarismo neofascista en pleno siglo XXI? Este libro analiza en toda su complejidad la nueva ola de autoritarismo reaccionario de Trump a Milei que se ha ido extendiendo en gran parte del mundo durante estos últimos años. Para ello, parte del análisis de la crisis de largo aliento del capitalismo que, conjugado con la emergencia climática, configura un cóctel perfecto de malestar social. Para sorpresa de muchos, en especial de las izquierdas, este malestar se ha manifestado en una rebelión reaccionaria.
¿Qué impacto personal tuvo para los soviéticos la caída del socialismo, qué reacciones suscitó en la gente de a pie lo que parecía indestructible? ¿De qué manera se reflejó ese desplome en el arte, en el humor y en el día a día de una población que vivía atrapada en el sueño comunista? Yurchak expone las profundas trasformaciones que la Unión Soviética sufrió durante los estertores de la perestroika y, mediante un pormenorizado análisis de chistes, sátiras, espectáculos y costumbres populares propias de ese momento decisivo, da cuenta de la particular manera en que los soviéticos afrontaron los traumáticos cambios: suspendiendo la fe inquebrantable que tenían en la eternidad del socialismo y abriendo horizontes nuevos que aún no comprendían.