En Pensar el islam me propongo reactivar el pensamiento ilustrado. No pensar en el islam a favor o en contra, no es esa mi intención, sino pensarlo como filósofo. Leo el Corán, examino los hadits y consulto biografías del Profeta para mostrar que en ese corpus hay materia para lo peor y para lo mejor: lo peor, lo que unas minorías actuantes activan mediante la violencia; lo mejor, lo que unas mayorías silenciosas practican de forma privada. ¿Cómo debe la República considerar esas dos maneras de ser musulmán? ¿Existen relaciones y puentes entre monorías actuantes y mayorías silenciosas, sabiendo que la historia la hacen las primeras, y no las segundas? El presente libro también vincula lo que se ha dado en llamar el terrorismo con la política exterior islamófoba practicada por Francia siguiendo a la OTAN desde 1991. Llamamos barbarie a aquello que no queremos comprender. El islam terrorista ha sido parcialmente creado por el Occidente belicoso. Las cosas no son tan sencillas como unos y otros quieren darnos a entender. De ahí la necesidad de ponerse de nuevo a pensar. Sobre este tema y sobre otros.» Michel Onfray
Entre 1906 y 1907, William James (1842-1910) pronunció una serie de conferencias que darían lugar a Pragmatismo, manifiesto para una filosofía del futuro, más práctica y humana, centrada en la cotidianidad del hombre, que provocaría grandes críticas entre mentalidades racionalistas pero también enorme entusiasmo entre filósofos vitalsitas como Bergson. Heredero del espíritu empirista y utilitarista pero abierto a interpretaciones prácticas de la metafísica y la religión, James reexaminó en esta obra no sólo algunos de los problemas perennes de la filosofía, sino también los desafíos que el evolucionismo y la ciencia moderna planteaban a las viejas concepciones de lo humano y lo divino, la verdad y la libertad. Escrito a caballo entre dos mundos, un pasado puritano que no acababa de morir y un futuro modernista que empezaba a nacer, Pragmatismo es un texto sumamente interesante para entender el papel de la filosofía en tiempos convulsos.
Figura objeto de gran controversia, pocos filósofos contemporáneos han sido capaces de polarizar tan radicalmente la opinión pública en torno al significado de su obra como Leo Strauss (1899-1973), si bien más allá de los debates sobre su legado filosófico, existe un consenso generalizado sobre el papel central que desempeñ ó en la tarea de revitalización y renovación de la filosofía política tras la Segunda Guerra Mundial. En sus reflexiones sobre la disciplina, Strauss consideró la filosofía política «el núcleo de la filosofía» y su preocupación por recuperar su dimensión práctica y normativa le llevó a proponer el retorno a la filosofía política clásica como la mejor manera de comprender lo político en sus términos originarios. Complementarios entre sí, los textos acertadamente reunidos en este volumen ¿Qué es filosofía política?, ¿Qué podemos aprender de la teoría política? y La filosofía política y la historia ofrecen una muestra tan emblemática como inestimable de su pensamiento. Selección y presentación de Juan García-Morán Escobedo
«No deberíamos subestimar estos movimientos por su ínfimo nivel intelectual ni por su falta de teorización. Sería una enorme falta de visión política pensar por eso que no van a tener éxito.»
Veinte años después del final de la Segunda Guerra Mundial, el NPD, un partido neonazi alemán, obtuvo un éxito sorprendente en las urnas. En ese contexto, Theodor W. Adorno dio una conferencia en la Universidad de Viena, invitado por la Asociación de Estudiantes Socialistas de Austria. Desde nuestra encrucijada actual, el interés de esta charla es mucho más que histórico.
En ella analizó los objetivos, recursos y tácticas del nuevo radicalismo de derechas de su época. Contrastándolo con el "viejo" fascismo nazi, analizó las razones para semejante recepción positiva. Este libro de Adorno es como un mensaje en una botella lanzado cincuenta años atrás cuya lectura tiene un inestimable valor en nuestro presente.
Chomsky expone y argumenta una idea que en otras de sus obras no aparece fundada con la misma claridad: trasladar la apuesta de Pascal a principio conductor de la idea de progreso: «Yo no diría que creo firmemente en el progreso. Prefiero la modificación de la apuesta de Pascal a la cual se refiere nuestro debate: si abandonamos la esperanza y nos resignamos a la pasividad, nos aseguramos de que, ciertamente, sucederá lo peor; si conservamos la esperanza y trabajamos duro para que sus promesas se materialicen, la situación puede mejorar». Ésa es la verdadera ocasión que tenemos para ejercer nuestra libertad, y a la vez una invitación a actuar política y socialmente que nos brinde la posibilidad de «no perder la esperanza ni resignarnos a la pasividad».