Magistralmente concebida con fines formativos y como un complemento perfecto a La filosofía japonesa en sus textos, esta obra es una culminación brillante de la trayectoria académica del autor, destinada a quien desee comprender la filosofía japonesa involucrándose en ella. Esta obra nos invita, por un lado, a familiarizarnos con varios periodos históricos y tradiciones del pensamiento japonés y, por otro, a conocer en profundidad y dialogar con siete grandes filósofos: K?kai, Shinran, D?gen, Sorai, Norinaga, Nishida y Watsuji. Su mérito no reside solo en presentar cronológicamente una serie de pensadores japoneses y sus obras, conceptos y teorías, o describir el contexto histórico, social y cultural en que se inscriben. Lo que convierte en excepcional y fascinante el recorrido que propone su autor es que, además de exponer distintas ideas, sus condicionamientos e impacto, interpela al lector a filosofar junto a los pensadores que las formularon, valorar sus argumentos y cuestionar sus propios posicionamientos.
¿Podemos convertirnos en mejores seres humanos
y ayudar a otros a serlo?
¿Es posible lograr que los líderes de nuestra sociedad
se preocupen por que la humanidad prospere
no solo económica y materialmente, sino también
espiritualmente?
En el año 430 a. C., Sócrates quiso enseñar al vanidoso y
ambicioso estadista Alcibíades cómo ser una buena persona,
pero fracasó estrepitosamente. Aunque Alcibíades
estaba de acuerdo con que un líder debía mostrar moderación
y justicia, finalmente condujo a Atenas a una batalla
perdida contra Siracusa. A través de esta y otras historias
de pensadores como Marco Aurelio, Aristóteles, Séneca,
Epicteto o Plutarco, entre otros, Massimo Pigliucci nos
ofrece una visión completa de la filosofía clásica y el cultivo
de la personalidad, la virtud y la excelencia.
Hilvanando la relación entre ética personal, justicia social y
buena gobernanza, este extraordinario libro nos revela no
solo cómo actúa un buen líder, sino cómo cada uno de nosotros
puede convertirse en un mejor individuo dentro de
la sociedad.
La frágil piel del mundo es un libro de filosofía que busca preguntas y respuestas a nuestro
mundo actual fuera del pensamiento convencional. ¿Por qué no pensar desde una realidad
que nos afecta profundamente: la fragilidad? Jean Luc Nancy piensa sobre cómo tenemos
que llevar este presente que se puede romper en cualquier momento por la situación política,
medioambiental, tecnológica.
¿De dónde surge esa fragilidad que nos envuelve? De la autonomía tecnológica, tanto económica como industrial y cibernética. Para poder superar esa autonomía que nos deja desvalidos,debemos encontrar una allonomía, una ley del otro y algo más que una ley. La vida tiene que convertirse en una especie de arte basado en una búsqueda.
La frágil piel del mundo responde a nuestra búsqueda en De Conatus de textos vitales que
nos ayuden a salir de la inmovilidad popularizada.
Tiene un público objetivo bastante claro: jóvenes y mayores interesados por la realidad actual y por el pensamiento como un acto de rebeldía en sí mismo.
La presente obra es, sin duda, un buen exponente de la producción filosófica de Rosset. El concienzudo análisis de esa fuerza mayor que es la alegría, punto neurálgico de toda su filosofía, y su incidencia –presente o ausente– en el que quizá sea el máximo antagonismo filosófico al que puede llegarse a este respecto. Si «Notas sobre Nietzsche», uno de los estudios más lúcidos sobre la filosofía del discípulo de Dionisio y, sin duda, el más nietzscheano de todos ellos, ilustra un modo particular de concebir la filosofía, consagrada a destacar el elemento de la afirmación, «El descontento de Cioran» muestra a la perfección el caso contrario, a saber, el inconveniente de haber nacido, la teórica imposibilidad de aclimatarse a la irremediable y fatal aspereza de lo real.
La gaya ciencia es un compendio de todo el Nietzsche librepensador. A partir de la idea liberadora de que la vida ha dejado de ser una obligación, Nietzsche se interna con alegría y ligereza en los terrenos pantanosos de la ciencia, la moral y la religión para sacar a la luz su significado arrinconando la seriedad. Después de rechazar la razón como guía del conocimiento, el filósofo alcanza un estado de libertad de pensamiento en que es posible reírse de uno mismo: es la ceremonia en que la risa encuentra la sabiduría. A través de este pensamiento juguetón se van desgranando algunos temas que el filósofo tratará en sus obras posteriores: la muerte de Dios, el amor fati y el eterno retorno de lo mismo, así como el personaje de ficción que se asocia a su filosofía: Zaratustra.
¿Qué relación tenía Foucault con la literatura? Se sabe que era un lector apasionado y erudito, que la biblioteca de su madre le reveló a los clásicos franceses y grecolatinos, y que su admiración por Faulkner lo llevó a hacer un viaje por tierras faulknerianas. Más allá de estas notas biográficas, también se sabe que las lecturas literarias atravesaron toda su producción teórica. Es por eso que resulta clave entender cómo pensaba la literatura, cómo se apropiaba de textos y autores. La gran extranjera contiene una serie de intervenciones de Foucault acerca de la literatura y el lenguaje, que no sólo funcionan como compendio de su concepción de la literatura sino que ofrecen pistas para abordar su obra. Así, Foucault indaga en la relación entre literatura y locura a partir del análisis de obras de Shakespeare, Cervantes y Diderot. Si la locura es lo otro de la razón y por lo tanto lo que nos permite vislumbrar sus contornos históricos, la literatura es ese discurso capaz de expresar el orden del mundo en un momento dado y, a la vez, su dimensión de exceso, de desborde. Foucault también explora, a partir de los personajes de Sade, el vínculo entre la literatura, el deseo y la verdad. Sin proponérselo, estos textos echan luz sobre las tesis de clásicos como Historia de la locura, Las palabras y las cosas, Raymond Roussel, El nacimiento de la clínica o El orden del discurso. Este libro viene entonces a desplegar la evidencia de que la literatura es la “gran extranjera”, aquella que está al otro lado de las fronteras de los sistemas de pensamiento. Muestra a la vez el modo magistral, estratégico, en que Foucault elige leer la literatura y la historia de la cultura.