Hay autores que nunca pasan de moda. Su pensamiento no solo se convierte en hogar donde se hospeda la mejor tradición filosófica, sino también en punto de partida que abre a nuevos horizontes. Hegel es, sin duda, uno de estos pensadores.
Según pasa el tiempo, cobran cada vez más importancia los escritos que redactó en su etapa de Jena, ya que en ellos se descubren muchos de los temas y la peculiar forma de abordarlos que cristalizará en su genial Fenomenología del espíritu(1807).
La obra que el lector tiene entre sus manos en edición bilingüe se remonta al año 1802. Publicada en la revista Kritische Journal der Philosophie, pretende analizar dos categorías fundamentales en el ámbito del conocimiento: el creer y el saber. Con este fin, reflexiona sobre la subjetividad en diálogo crítico con tres autores significativos: Kant, Jacobi y Fichte.
A partir de esta confrontación fecunda, Hegel lleva a cabo un avance significativo al aplicar su original «dialéctica ilustrada» en la búsqueda de un renovado pensamiento metafísico que integre de forma equilibrada la fe y la razón.
Este escrito sintetiza muy bien las heterodoxias principales del filosofar nietzscheano, sus interrogantes a dos mil años de filosofía occidental, su cuestionamiento de Sócrates y Platón, de Spinoza y Kant, de Comte y Spencer. No son ocurrencias más o menos provocadoras, rabiosas o cínicas las que el libro contiene, aunque estén expresadas en poderosas fórmulas a veces desconcertantes, más bien condensan con hiriente precisión las consecuencias largamente meditadas de un pensamiento que reivindica el cuerpo y los sentidos, y que por eso mismo asesta golpes de martillo a los ídolos, a los falsos dioses a los que tantos sacrificios se les han ofrecido.
Durante su infancia, las tres hermanas Brontë, junto con el hermano, Branwell, crearon un mundo de ficción formado por tres países imaginarios: Angria, Gondal y Glass Town. Es a partir de Glass Town que Carson desarrolla la primera parte de este libro cumbre, titulada «Ensayo de cristal», siendo las siguientes: «La caída de Roma», «El libro de Isaías» y «El género del sonido».
De principio a fin, Carson despliega su perspicacia y lucidez crítica. Utiliza su vasta cultura para dialogar con autores de la antigüedad como Aristóteles y así exponer su punto de vista desde un saber y no desde cualquier moda, rabia, ira o indefensión.
Ya en la adolescencia, Carson tuvo conciencia de lo que significa ser mujer, una mujer que se vale de su intelecto para pensar el mundo, y ante todo el mundo femenino por el que aboga respaldada por la mitología clásica, la filosofía y, sobre todo, por una vida inmersa en la lectura. Anne Carson se ha forjado un pensamiento propio que ahora nos ofrece tamizado por su ironía, su transparencia y su ingenio.
El arte del siglo XX ha afectado profundamente a las categorías de la estética idealista, que, sin embargo, se propone como marco teórico adecuado para la comprensión del arte actual. Este libro de Peter Bu¨rger aborda su crítica en el horizonte de la situación creada por el arte actual y en el análisis de los límites de las críticas realizadas por Theodor Adorno, Walter Benjamin y Hans-Georg Gadamer.
Immanuel Kant, uno de los pensadores más destacados de toda la filosofía moderna, se preguntó a finales del siglo XVIII cómo hacer de la Metafísica una ciencia comparable a las Matemáticas o la Física y cuáles eran los límites del razonamiento humano. Lo hizo en su extraordinaria Crítica de la razón pura, un libro extenso y complejo que condensamos en la presente edición, cuidadosamente abreviada y que constituye todo un compendio de sabiduría y un desafío al intelecto. Como diría el propio filósofo: Sapere aude! («¡Atrévete a saber!»).
Cruor es el libro de Nancy que da cuenta del entre. ¿Cómo nos relacionamos? Cada cuerpo se extiende hacia otro y a la vez hacia sí mismo en una pulsión. Esta manera de entender la comunicación como vida que surge naturalmente de una pulsión lleva a Nancy a una inteligente crítica de nuestra sociedad actual. Ahora mismo vivimos en un régimen de explotación de nosotros mismos y de los otros que no permite la extensión, o la expansión del ser. Con este libro continuamos nuestras publicaciones de Jean-Luc Nancy. El anterior, La frágil piel del mundo también trataba sobre la imposibilidad de comunicación. El miedo ha reemplazado a la esperanza: el miedo a ser sacrifi cados, nosotros y quienes nos siguen, por una máquina que tritura no sólo las fuerzas, sino las referencias, las marcas o las huellas del sentido de existir. El miedo, por tanto, no ya a la muerte violenta, sino a una muerte inoculada en las venas de una vida controlada.