Quizá la cuestión más importante que Stephen Hawking abordó en su extraordinaria carrera fue cómo el universo pudo desarrollar las condiciones perfectas para que surgiera la vida. Buscó respuesta en los orígenes del big bang, pero esos trabajos tempranos entraron en crisis, ya que las matemáticas apuntaban hacia la existencia de numerosos big bangs que originaban universos incompatibles con la vida.
Encerrados en el departamento de Física teórica de Cambridge, el célebre astrofísico y su amigo y colaborador Thomas Hertog dedicaron veinte años a intentar resolver este enigma y plantear una nueva teoría del cosmos que pudiera explicar el origen de las formas de vida. Al retroceder mucho más en el tiempo, les sorprendió encontrar un nivel más profundo de la evolución en el que las propias leyes físicas se transforman y simplifican hasta que las partículas, las fuerzas e incluso el propio tiempo se desvanecen. Este descubrimiento los llevó a una idea revolucionaria: las leyes de la física no están grabadas en piedra, sino que nacen y evolucionan a medida que el espacio que rigen va tomando forma. Poco antes del fallecimiento del popular físico teórico, la pareja de investigadores publicó su teoría, que proponía una nueva y radical perspectiva darwinista sobre los orígenes de nuestro universo.
Sobre el origen del tiempo está llamado a transformar profundamente la forma en la que entendemos nuestro lugar en el cosmos y, en última instancia, puede convertirse en el mayor legado de Hawking.
Un recorrido por las vidas y el trabajo de mujeres que, aunque fueron ignoradas durante mucho tiempo, descubrieron las leyes fundamentales del universo, de la mano de la galardonada física cuántica Shohini Ghose.
Las mujeres físicas y astrónomas de todo el mundo han transformado la ciencia y también la sociedad, pero casi nunca se ha reconocido el decisivo papel que han desempeñado en sus respectivos campos. En Su espacio, su tiempo, la galardonada física cuántica Shohini Ghose reúne las historias de estas excepcionales científicas para celebrar sus contribuciones.
Ghose ahonda en cuestiones como el estudio del tiempo, la exploración espacial, las partículas subatómicas, el big bang, el calendario cósmico, los fundamentos del universo o el alunizaje, y destaca los descubrimientos de mujeres como Henrietta Leavitt, Margaret Burbidge, Mary Golda Ross, Marietta Blau, Hertha Wambacher y Bibha Chowdhuri, entre otras.
Con un estilo divulgativo y muy ameno, Su espacio, su tiempo es una historia colectiva de innovación científica, de liderazgos inspiradores y de superación en la que descubriremos las historias de las pioneras que iluminaron nuestra comprensión del universo.
Un día, Miguel estaba viendo Star Trek cuando, de pronto, se le ocurrió cómo revolucionar la teoría de la relatividad y viajar más rápido que la luz… La anécdota, que parece sacada de The Big Bang Theory, es completamente real. La protagonizó un joven mexicano cuando estudiaba su doctorado en Cardiff.
Este libro cuenta aquel momento, pero —más interesante aún— relata la ciencia que hay detrás de esa posibilidad, de aquellateoría de Einstein y de algunos de los postulados más espléndidos de la astrofísica.
Surfear el espacio-tiempo también explica las investigaciones que vinieron después: algo incluso más importante que aquella «revelación». De la mano del divulgador Sergio de Régules, Miguel Alcubierre —actualmente uno de los científicos más importantes de Latinoamérica— nos cuenta de su vida y, con ella, la pasión infinita de indagar en las ondas gravitacionales, los agujeros negros y otros enigmas del universo.
"Tal como éramos" relata con rigor y amenidad divulgativa una historia de la evolución humana, abarcando varios millones de años y combinando información textal y visual, porque, como dice el autor, ¡qué importante es verse las caras! Cada capítulo comienza con un rostro, una reconstrucción hiperrealista de catorce miembros de la genealogía humana más Charles Darwin, el 'homo sapiens' que comenzó este largo camino de descubrimiento de nuestros orígenes. Mirar a los ojos de nuestros antepasados remotos (y no tan remotos) es la mejor manera de adentrase en el conocimiento de su estilo de vida, sus orígenes, sus relaciones, sus migraciones, y descubrir cuántas cosas compartimos con ellos: desde el miedo a la muerte, hasta la obsesión por proteger a las crías y la necesidad de alimentarse y guarecerse del frío.
Se trata de una pregunta que nos inquieta solo de pensarla, tan profundamente dependen nuestras vidas y sociedades del mundo científico-tecnológico de la electricidad. Entre los grandes protagonistas de ese mundo, destaca un serbio que después de estudiar ingeniería en Graz (Austria), emigró en1884 a América, instalándose en Nueva York; un serbio de imaginación y habilidades descomunales, un excéntrico sin miedo a lo desconocido, que gozaba montando espectáculos para promover sus inventos: Nikola Tesla (1856-1943). Es difícil apreciar cuánto debemos a sus inventos: sus ideas y patentes fueron decisivas en la configuración de las bases sobre las que finalmente se sustentaron los sistemas modernos de producción y distribución de electricidad por corriente alterna (frente a los sistemas de corriente continua que defendía su en un tiempo amigo y luego competidor Thomas A. Edison). Utilizando la correspondencia de Tesla, registros de negocios, testimonios legales, publicaciones y aparatos que perviven, Bernard Carlson, un distinguido historiador de la tecnología, ha sido capaz de reconstruir la vida y aportaciones de aquel visionario inventor. Al contrario que otras biografías, en las que lo hagiográfico domina a la exposición informada, esta sitúa a Tesla – cuya personalidad y avatares personales no quedan, en absoluto, al margen – en su contexto apropiado, el de una sociedad, la estadounidense de finales del siglo XIX y comienzos del XX, sumergida en un proceso de cambio acelerado provocado sobre todo por el desarrollo tecnológico. Gracias a Carlson, los lectores de este libro serán capaces de comprender cómo inventaba Tesla, cómo funcionaban sus inventos y qué pasó cuando los presentó. Y todo ello mediante un lenguaje claro y accesible.
El célebre columnista y escritor científico Carl Zimmer presenta una perspectiva profundamente original sobre lo que transmitimos de generación en generación. Darwin desempeñó un papel crucial a la hora de convertir la herencia en una cuestión científica, pero fracasó a la hora de responderla. El nacimiento de la genética, a principios del siglo XX, pareció hacerlo. Poco a poco, se fueron traduciendo las antiguas nociones sobre la herencia a un lenguaje de genes. A medida que la tecnología para el estudio de los genes se abarató, millones de personas pidieron pruebas genéticas para relacionarse con padres desaparecidos, antepasados lejanos o identidades étnicas. Pero la herencia no se limita a los genes que pasan de padres a hijos, sino que continúa dentro de nuestro propio cuerpo. Decimos que heredamos los genes de nuestros antepasados, pero heredamos otras cosas que importan tanto o más, desde los microbios hasta las tecnologías para hacer la vida más cómoda.