Si la obra maestra de Vasili Grossman, Vida y destino, se hubiera publicado en vida del autor, lo hubiera hecho a la vez que Doctor Zhivago de Pasternak y antes de Archipiélago Gulag de Solzhenitsyn, pero Vida y destino fue secuestrada por el KGB. Cuando se publicó póstumamente, décadas después, fue reconocida como la Guerra y Paz del siglo xx.
Vasili Grossman (1905-1964) se formó como ingeniero, pero abandonó su trabajo en los años treinta para dedicarse en exclusiva a la escritura. Tras el estallido de la segunda guerra mundial se convirtió en corresponsal de guerra para el Ejército Rojo, publicando aclamadas crónicas de las batallas de Moscú, Stalingrado, Kursk y Berlín. Su testimonio sobre los campos de exterminio nazis, escrito tras la liberación de Treblinka, se encuentra entre los primeros documentos escritos acerca del Holocausto judío y fue utilizado como prueba en los juicios de Núremberg.
Después de la segunda guerra mundial, la fe de Grossman en el Estado soviético se vio socavada por el giro antisemita del régimen de Stalin. Aunque nunca llegó a ser arrestado por las autoridades soviéticas, sus dos obras maestras (Vida y destino y Todo fluye) fueron censuradas por antisoviéticas, y cuando Grossman falleció en 1964 Vida y destino permanecía inédita y seguiría estándolo hasta que pudo ser publicada en Occidente merced al trabajo de una red de disidentes. La primera edición en la Unión Soviética data de 1988, durante la fase aperturista del gobierno de Mijaíl Gorbachov. La obra alcanzó rápidamente un éxito enorme y pasó a ser aclamada como una de las cumbres literarias del siglo xx.
Gabriel Ferrater (1922-1972) fue un intelectual único en el erial cultural del franquismo: por su inteligencia lúcida, su rechazo de cualquier forma de dogmatismo y su independencia de criterio, como demuestra la profunda impronta que dejó en la crítica de arte, la crítica literaria y la lingüística. Despuntó asimismo en el mundo editorial, donde trabajó mucho tiempo como traductor, lector y editor. Ferrater es el primer poeta moderno de la literatura catalana de posguerra y el que más ha influido en la literatura posterior. Su manifiesto alcoholismo y su suicidio poco antes de cumplir los cincuenta años acabaron de rodear su figura de un áurea legendaria. Jordi Amat nos propone llegar al fondo del personaje en esta biografía narrativa que aporta documentación inédita y retrata con precisión, sin ocultar los claroscuros, una de las personalidades más brillantes de la cultura catalana.
Este libro breve, bello y sobrio tiene su punto de partida en el encargo que recibe Nathalie Léger de redactar para un diccionario de cine la entrada sobre la actriz y directora Barbara Loden. Muy pronto, la autora se descubre incapaz de escribir un artículo desapasionado y objetivo sobre Loden, y sus propias experiencias y las vidas de su madre y la atracadora Alma Malone comienzan a entreverarse con la biografía de la cineasta. Todas ellas convergen en la figura de Wanda, personaje principal de la película homónima, el único film que Loden dirigió y protagonizó una década antes de su prematura muerte.
En su intento de desentrañar el enigma de la vida y obra de Barbara Loden, rastreando sus esquivas huellas, la narradora –y con ella, el lector– iniciará una pesquisa que la llevará desde la Costa Azul francesa hasta Nueva York y la región minera del estado de Pensilvania; un viaje que atraviesa varias generaciones de mujeres cuyo único propósito es el de emanciparse y crecer al margen del mundo de los hombres, recuperar un espacio que desde siempre les ha sido usurpado.
En estas páginas, Nathalie Léger combina de manera sugerente la biografía con la novela y el ensayo, y lo hace con una prosa reflexiva e irónica, contenida y emotiva al mismo tiempo. En busca del fantasma de Barbara Loden, Léger consigue diluir las fronteras entre realidad y ficción y nos ofrece una obra memorable sobre la acuciante necesidad de la mujer de hallar el medio y la forma para expresarse.
El poeta polaco Kazimierz Wierzynski recibió el encargo de escribir una biografía de su compatriota Fryderyk Chopin durante su exilio en los Estados Unidos, tras su huida de Polonia durante la Segunda Guerra Mundial. Para el poeta, la elaboración de esta monumental obra supuso no sólo la reconstrucción del periplo vital del genial músico polaco sino la posibilidad de recuperar los grandes hitos y mitos de la historia nacional polaca.
La Vida de Samuel Johnson, de James Boswell, «delicia y orgullo del mundo de habla inglesa», según G. B. Hill, es considerada unánimemente la biografía más lograda que se ha escrito jamás. Pese a que Johnson, coloso de la literatura de su tiempo, era un personaje complejo, Boswell logra presentárnoslo en su insólita riqueza gracias a su conocimiento personal y al minucioso trabajo de recopilación de los testimonios de muchos otros contemporáneos: a través de las enjundiosas conversaciones con Johnson, de sus cartas, poemas, traducciones, panegíricos, críticas o artículos para revistas, va emergiendo el personaje desde su juventud hasta su consagración, con tal viveza que el lector tiene la impresión de conocerlo como si hubiera tenido el privilegio de tratarlo. Y así, merced a una prodigiosa combinación de afecto, respeto, destreza y rigor, Boswell consiguió dar vida al personaje retratado para que trascendiera su existencia temporal y propagara su influjo durante siglos. No es extraño que el tiempo haya convertido la Vida de Samuel Johnson en un auténtico modelo del género biográfico. «Sería difícil encontrar una refutación más contundente de las lecciones de moralidad barata que la biografía de Boswell. Uno de los éxitos más notables de la historia de la civilización lo logró un individuo que era un vago, un libidinoso, un borracho y un esnob. Y tampoco fue uno de esos éxitos explosivos y repentinos que suelen ser frecuentes entre los genios jóvenes, como el florecer de un Rimbaud o un Swinburne.
Teodoro de Sykeon fue un monje bizantino nacido en 530 y que vivió en Galacia (Asia Menor), donde también murió en 613. Hijo de una prostituta que prestaba sus servicios en la posta imperial de la localidad, se distinguió desde su juventud por las duras disciplinas a las que se sometió y por sus excepcionales dotes como exorcista. Pasó toda su vida luchando contra el demonio y liberando a personas, animales y hasta las cosechas de las enfermedades y males causados por el maligno, lo que le proporcionó una enorme popularidad. Consagrado obispo de una ciudad vecina a los dieciocho años, su fama hizo que fuese llamado varias veces a la capital del Imperio, Constantinopla, así como a otras ciudades, incluida Jerusalén, para poner sus dotes de exorcista al servicio de emperadores, patriarcas y altos cargos de la corte.