El duque Jean Floressas des Esseintes, último descendiente de una antiquísima familia de la aristocracia, cansado de París y de un mundo "mayormente compuesto por rufianes e imbeciles", vende su heredad, se hace con unas rentas comprando deuda del Estado y se retira en una casita en Fontenay-aux-Roses, "lejos del constante diluvio de estupidez humana". Tiene treinta años y ya se ha hartado de todo, incluso de sus propias extravagancias, como dar cenas "de duelo" con manteles negros y una orquesta que toca marchas fúnebres. En su nueva residencia solo aspira a la soledad, a vivir de noche con luz artificial, en compañía de su biblioteca de autores desdeñados de los últimos tiempos del Imperio romano, sus cuadros de Gustave Moreau y Odilon Relon, y un acuario con peces mecánicos. De la naturaleza ya solo piensa: "que monótono almacen de praderas y árboles, ¡que agencia banal de montañas y mares!".
Disponibilidad:
4 en stock