Como seres humanos adaptados a vivir en comunidad, terminamos rigiéndonos por las costumbres y las leyes ofrecidas por ella, lo cual nos lleva a desarrollar hábitos y estilos de vida para encajar en la misma, con el único propósito de sentirnos aceptados y amados. Convivimos en una sociedad controlada por un pequeño grupo de personas donde lo importante es el consumo material. De ahí que el parámetro para medir nuestro nivel de importancia como persona son las posesiones materiales; sin tomar en cuenta la esencia del ser, el desarrollo espiritual, los valores: verdaderas características invaluables de un ser humano prestigioso. Además, se pasa por alto el hecho de que todo es creado, inicialmente, en el interior del ser, por ende, el enfoque hacia un mundo físico desvirtúa la verdadera esencia del ser, transformándolo en alguien completamente diferente.
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