A menudo, nos quedamos atrapados en el pasado. Recordamos momentos negativos, pensamos en lo que podríamos haber hecho de manera diferente y sentimos culpa y tristeza. Y también a menudo, tendemos a preocuparnos demasiado por el futuro, tratamos de controlar todo y no dejamos que la vida siga su curso. Por ello, es importante aprender a vivir en el presente, manejar nuestras emociones, establecer vínculos saludables y olvidarnos de aquello que nos impide avanzar.
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