Querido diario:
Hoy dejaré que mis heridas sangren,
que sangren en tinta negra,
yo y mi pluma suelta.
¿Cuántas lágrimas le caben a esta tristeza?
¿Y cuánta tristeza le cabe a este corazón?
¿Y cuánto corazón le queda
a este cuerpo,
para creer que vale la pena
seguir existiendo?