El apetito comunica las necesidades nutricionales del organismo al cerebro, y comer de acuerdo con sus demandas, como hacen los animales, debería garantizar una salud óptima en los seres humanos. Antaño nuestros ancestros fueron capaces de intuir qué alimentos necesitaba su cuerpo y en qué proporciones, y gracias a ello comían los adecuados en las cantidades correctas. Vivían en una perfecta armonía nutricional, pero el mundo moderno de la comida rápida ha causado estragos en este sistema evolutivamente perfeccionado. ¿Cuándo y por qué perdimos esta capacidad y, lo más importante, cómo podemos recobrarla?
Raubenheimer y Simpson, tras desarrollar varios estudios científicos, nos demuestran en Come como los animales que el apetito es moldeable: es posible comer para tener una salud óptima, aumentar la fertilidad o prolongar la vida. Comprender la ciencia del apetito ofrece un poder formidable para sanar nuestro cuerpo y llevar el control de nuestra vida.