De todas las perspectivas desde las que se puede narrar la historia de la Humanidad, la propuesta por Richard Firth-Godbehere es, sin duda, una de las más deslumbrantes. Observar la evolución del ser humano, desde sus inicios hasta la actualidad, a través de las emociones que dan impulso a sus actos nos abre un campo infinitamente fértil para interpretar la conducta individual y colectiva. Que las emociones juegan un papel decisivo salta a la vista, pero hasta qué punto han servido para modelar el mundo, sentando las bases de las diversas ideologías religiosas y políticas, de las múltiples corrientes filosóficas y científicas, es una auténtica revelación. Como también lo es repasar su aspecto más negativo, cuando este motor del homo emoticus se convierte en una fuerza que lo empuja a destruir vidas y objetos arrastrado por la desconfianza, la codicia y el odio. Pero ¿cómo ha cambiado nuestra percepción de estos sentimientos a lo largo del tiempo? ¿De dónde proceden y cómo deben controlarse y expresarse las emociones?