Mucho antes de que Londres y Nueva York adquirieran prominencia internacional, se descubrió una ruta comercial entre Hispanoamérica y China que marcó el comienzo de una nueva era, catalizando el intercambio económico y cultural, sentando las bases para la primera moneda global y para el surgimiento de la primera «ciudad mundial». Sin embargo, a pesar de su capital importancia, el circuito de la plata del Pacífico ―más conocido como el Galeón de Manila o la Nao de China― se descuida con demasiada frecuencia en las narrativas convencionales sobre el nacimiento de la globalización.
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