ALMA Y LOS SIETE MONSTRUOS (S/ DEPRESION

Una profunda y conmovedora historia sobre la depresión entre los más jóvenes. Uno apenas mide un palmo y no parece peligroso. Dos es enorme y pesa una tonelada. Tres tiene los ojos amarillos. Cuatro una larga cola con anillos de colores. Cinco es especialista en susurrar al oído. Seis no deja de llorar. Siete parece pequeñito, pero puede hacerse grande como una bombilla. Grande como una pelota de fútbol. Grande como el televisor del salón. Estas siete criaturas (algunas terribles, otras aparentemente inofensivas) viven debajo de la cama de Alma y salen por la noche para robarle su luz, sus sueños y sus esperanzas. Alma no se atreve a hablar de ellas ni con su familia ni con sus amigos por miedo a que nadie crea que son reales. Pero lo que Alma no sabe es que hay monstruos que solo se pueden combatir en compañía. Iria G. Parente y Selene M. Pascual abordan la depresión en esta emotiva alegoría para grandes y pequeños.
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Especificaciones de productos
Autor PARENTE/PASCUAL
Editora NUBE DE TINTA
Encuadernado TAPA BLANDA
Páginas 208
Grade
Windy M 8/5/21 7:51 p. m.

Deberían leerlo más personas.

Considero que todos los estudiantes y profesionales de la Psicología y la Pedagogía deberían leer esta joya. Es una lectura ligera (con unas ilustraciones que atrapan); una historia muy bien contada, la cual expone un tema cuyo alto grado de seriedad aún es subestimado entre la sociedad de hoy. Es la segunda vez que lo leo, y no deja de fascinarme. Ningún desperdicio.

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HERIDAS CON ALAS

¿Alguna vez te has sentido fuera de lugar, incluso en tu propia piel? Ava sabe bien lo que es ser diferente. Con 16 años, es víctima de un brutal incendio en el que pierde a sus padres, del que ella sobrevive, pero que le deja el cuerpo lleno de cicatrices y quemaduras que le desdibujan una cara que ya no reconoce. Tras un año de recuperación, es hora de volver al instituto, pero Ava teme las miradas de sus compañeros, no quiere ver en ellos el reflejo de lo que ahora es: una chica desfigurada que solo quiere desaparecer. Pero el instituto no es el infierno que imaginaba. Y es que, después del fuego, más allá del dolor, hay lugar para sanar las heridas. Y en el camino existen también amigos con quienes volver a reírse hasta de sí misma, ver el lado bueno de las cosas y -por encima de todo- aprender a quererse tal y como es.
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