Hace miles de años, en la Antigüedad, las ayas griegas contaban a los niños historias a las que llamaban mythoi, queno se diferenciaban en esencia de las narraciones que solemos calificar como cuento y que tratan sobre sucesosextraordinarios, ya sean reales o inventados. La salvedad es que los mythoi tenían como protagonistas a seresdivinos o semidivinos objeto de culto entre el pueblo griego. También tenían como protagonistas a héroes quepodían contar con el favor, o disfavor, de esos mismos dioses. Hoy día esas viejas historias han quedado sepultadasbajo capas de olvido. Vivimos tiempos nuevos, de ídolos de dos dimensiones que transitan el espacio virtual y cuyaobsolescencia parece tan programada como la de nuestros smartphones. En nuestras aulas no se lee a Homero, lasasignaturas relacionadas con las lenguas clásicas hace mucho que dejaron de ser obligatorias.Y sin embargo, la influencia del mundo heleno sobre nuestra cultura es enorme. Somos herederos de vocablos yconceptos que utilizamos a diario. Los viejos dioses y los viejos héroes no han muerto; están ahí, a la espera de serrescatados. Los mitos aún resultan vigentes, y lo seguirán estando porque reproducen los viejos conflictos del serhumano.