Los placeres no tienen fin, tampoco la poesía. Y el fuego los atraviesa a los dos. Aquí, decir fuego es decir vida, deseo... y participar así del goce que los signos intentan recuperar. Lúcida, libidinosa y tierna a la vez, la poesía de Duleidys Rodríguez está cargada de femineidad, de intimidad, de humanidad.
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