EL MURO DE ADRIANO

No hay mayor símbolo de separación que un muro y no hay, quizá, muro más conocido que el muro de Adriano. El muro de Adriano se construyó en el siglo II para separar a los «bárbaros» caledonios y pictos de la «civilizada» provincia romana de Britania y, aunque desde entonces son incontables los días y noches que ha visto, las lluvias que ha soportado y los hombres que lo han hollado, sus restos permanecen, orgullosos, como el monumento romano más grande y uno de los más famosos. Con una historia de diecinueve siglos y una extensión de ciento dieciocho kilómetros que atraviesan el norte de la isla de Gran Bretaña –entre el golfo de Solway y el estuario del río Tyne–, el muro llegó a incluir quince fortalezas, una cada docena de kilómetros, para albergar las guarniciones permanentes que separaban a Roma de la barbarie. Su función no sería tanto detener a unos eventuales atacantes, algo imposible ante su extensión, sino ralentizar o incluso disuadirlos de tales intenciones, pues, mientras estuviera bien protegido, sería difícil atravesarlo.
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Autor GOLDSWORTHY, A.
Editora DESPERTA FERRO
Encuadernado TAPA BLANDA
Páginas 160