Louise tiene veinticinco años y aunque es parcialmente sorda hasta ahora ha conseguido construir su vida y maniobrar con esa incapacidad invisible, en gran parte gracias a su poética relación con el mundo:cuando se enfrenta a algún malentendido por su sordera acuden a su mente varios personajes, desde un soldado de la Primera Guerra Mundial a una excéntrica botánica, que la acompañan y ayudan a hacer frente a una realidad cada vez más complicada.
Su último diagnóstico es claro: ha perdido aún más audición de lo esperado y la única posibilidad es que se opere para llevar un implante pero esta decisión no es tan simple como pudiera parecer; el resultado es irreversible y si bien volvería a oír con claridad, implica perder su audición natural y oír todas las voces con un mismo tono metálico. ¿Será capaz de renunciar a reconocer la ironía, o la voz de su madre, y de entrar en un nuevo mundo sin matices?
«Hace poco un amigo me dijo que todavía sueña con la escolanía, con los pasillos por los que nos movíamos. Siempre que me junto con la gente de entonces las conversaciones acaban tratando sobre aquellos años, y así las historias se mantienen frescas. Creo que desde entonces he comido coliflor muy pocas veces. Le cogí manía. ¿Te acuerdas de la cubierta de bechamel? No sabíamos lo que había debajo. Veíamos las bandejas al entrar al comedor y pensábamos que eran canelones, y luego era una decepción cuando nos servían. [...] También me ocurre que hay conocidos de aquel entonces que han seguido trabajando en el mundo de la música, y cuando me topo con ellos empezamos a contar batallitas, y al final hay una red tan grande de recuerdos y anécdotas que uno no sabe dónde acaba aquella época y empieza esta, lo que sea que esté pasando ahora».
Gran conocedora del mundo antiguo, Natalie Haynes lleva años acercando en sus novelas los mitos clásicos a cientos de miles de personas desde una perspectiva contemporánea. Esta vez le toca el turno a Medusa, la única mortal en una familia de dioses, la Gorgona con serpientes en lugar de pelo cuya mirada podía convertir en piedra a un ser vivo y que sería decapitada por Perseo. Así es como la leyenda nos ha llegado hasta hoy, pero ¿qué pasaría, se pregunta Haynes, si todo lo que se ha dicho hasta ahora sobre ella estuviera equivocado?
Medusa crece con sus hermanas, Esteno y Euríale, y pronto descubre, por los cuidados que todo el mundo le procura, que no sólo es más bella que las otras dos, sino también más vulnerable. Es sensible, llena de una compasión que los inmortales no pueden comprender y preferirían aniquilar. Cuando la codicia lleva a Poseidón, el dios del mar, a cometer un acto imperdonable en el templo de Atenea, la vida de Medusa cambia para siempre: indignada y celosa, Atenea descarga su venganza sobre ella transformándola en un monstruo de pelo de serpiente y mirada petrificante. Horrorizada por sus poderes, Medusa ya no puede mirar a las personas que ama sin destruirlas y se condena a la soledad y el exilio… al menos hasta que Perseo, hijo de Zeus y Dánae, se embarca en una persecución para cobrarse su cabeza.
Capaz de romper barreras intelectuales y generacionales, Natalie Haynes aporta en esta fascinante novela empatía y matices a una de las primeras historias en las que una mujer es culpada, castigada y reprendida por los abusos de un dios todopoderoso, y nos ofrece una nueva versión de este sobrecogedor mito de rabiosa actualidad.
Las modistas de Auschwitz cuenta la historia de las veinticinco mujeres y adolescentes, la mayoría judías, que en medio del horror absoluto del campo de exterminio de Auschwitz-Birkenau fueron seleccionadas para confeccionar ropa a medida para las damas de la alta sociedad nazi. Sus habilidades se convirtieron en su única esperanza de salvarse de una muerte segura en las cámaras de gas.
Basándose en un impresionante trabajo de investigación, incluso en entrevistas con la última costurera superviviente, la novelista e historiadora Lucy Adlington ofrece una detallada e inestimable reconstrucción del vínculo de amistad que unía a aquellas valientes mujeres y su papel en la resistencia del campo, al tiempo que expone la codicia, la crueldad y la hipocresía del Tercer Reich.
«Las mujeres pueden ser heroínas». Cuando Frankie McGrath, estudiante de enfermería de veinte años, oye por primera vez estas inesperadas palabras, siente una revelación. Criada en el idílico y soleado sur de California y protegida por sus conservadores padres, siempre se ha enorgullecido de hacer lo que se espera de ella, de ser una buena chica. Pero en 1966 el mundo está cambiando y, de repente, su vida parece abrirse a nuevas posibilidades. Cuando su hermano parte para combatir en Vietnam, ella se une de manera impulsiva al Cuerpo de Enfermeras del Ejército para seguirle.
Allí, Frankie se siente igual de inmadura e inexperta que los jóvenes enviados para luchar, y se ve abrumada por el caos y la destrucción de la guerra. Además, un trauma inesperado la golpea al volver a casa, el de encontrar un país cambiado y dividido, un país que quiere olvidar. Frankie descubrirá el verdadero valor de la amistad y el dolor que puede causar un corazón roto.
Ramón Martínez es un abogado de éxito, un ateo convencido y un padre de familia como otro cualquiera. Pero todo cambia el día que Ramón tiene que ser operado y pierde la lengua ―y con ella la capacidad de hablar― y comienza para él una silenciosa tragicomedia. Carmela, la mujer de Ramón, comenzará a tener discusiones diarias con un marido que no puede contestarle; Paulina y Mateo, sus hijos adolescentes, tendrán que afrontar la nueva situación mientras lidian con sus propias obsesiones (la obesidad y el onanismo). Elodia, la asistenta supersticiosa, busca una cura milagrosa para su jefe, que acude a terapia con Teresa, una psicoanalista, que cultiva marihuana en su ático. En medio de todo este barullo, Benito es el nuevo miembro de la familia: un loro de una especie en peligro de extinción con el que, paradójicamente, Ramón se comunica mejor que con sus seres queridos y que es capaz de blasfemar y gritar todo lo que Ramón no puede.
Eran cómplices de aventuras. Como Los Cinco, esas novelas juveniles de unos amigos inseparables. Lo fueron hasta que un segundo lo cambió todo. Los veranos de la infancia, la vida sin prisas y aquella amistad que parecía eterna estalló en un coche una madrugada de invierno. El peso de la culpa dinamitó sus sueños y dejaron de verse. Pero la delirante promesa de celebrar juntos el cuarenta cumpleaños de un muerto volverá a reencontrarlos veintiún años después. Ha pasado demasiado tiempo. Se han convertido en desconocidos, pero todos deciden cumplir y pasar cuatro días juntos para redescubrirse y comprobar que más allá de la muerte, más allá del dolor, está la vida y esa amistad que les pertenece y ha dado valor a su supervivencia.
El dolor, como el amor, es una fiera indomable que araña y sana a partes iguales.
Eran cómplices de aventuras. Como Los Cinco, esas novelas juveniles de unos amigos inseparables. Lo fueron hasta que un segundo lo cambió todo. Los veranos de la infancia, la vida sin prisas y aquella amistad que parecía eterna estalló en un coche una madrugada de invierno. El peso de la culpa dinamitó sus sueños y dejaron de verse. Pero la delirante promesa de celebrar juntos el cuarenta cumpleaños de un muerto volverá a reencontrarlos veintiún años después. Ha pasado demasiado tiempo. Se han convertido en desconocidos, pero todos deciden cumplir y pasar cuatro días juntos para redescubrirse y comprobar que más allá de la muerte, más allá del dolor, está la vida y esa amistad que les pertenece y ha dado valor a su supervivencia.
Las olas del tiempo perdido nos traslada a los veranos de la niñez, aquellos que creímos infinitos. Un tiempo que nos recuerda la importancia de pertenecer, de volver a la tribu, de recuperar, siendo adultos, a los niños que fuimos.
El dolor, como el amor, es una fiera indomable que araña y sana a partes iguales.
«Eso es mentira. Todo lo que cuentas es mentira. Nadie puede sobrevivir a tantas calamidades. Te lo has inventado todo siempre para hacernos creer que eres un héroe y no un simple inmigrante español muerto de hambre como los que vienen a la vendimia. Tú no hiciste todas esas cosas y después no ayudaste a liberar Francia de los nazis, tú no eras más que un español desarrapado y muerto de hambre cuando llegaste aquí, un cerdo español».
Con estas palabras, Mathieu renegó de su abuelo cuando era adolescente. Es febrero de 2019 y está atrapado en Portbou, punto final de uno de los caminos del exilio republicano antes de cruzar la frontera. A sus cincuenta y un años, ya no quiere ser ingeniero, pretende convertirse en fotógrafo. Cámara en mano, se pasea por los andenes de la estación de tren cerrada por la tormenta en busca de esa instantánea.
A través del objetivo ve a una joven indigente que no se separa de su carrito y a una mujer, con el pelo alborotado y aspecto descuidado, que toma un café en el bar de la estación. Él aún no lo sabe, pero la joven se llama Esther, o Jessica, y es una madre que enfermó por ser madre, estancada en ese andén, como él, en su camino a Montpellier. Isabel, que así se llama la mujer del pelo alborotado, a quien acaban de desahuciar y viaja en la autocaravana que ha conseguido salvar de la quiebra, ahora aparcada por orden de la policía local, también viaja a Montpellier, para cumplir la promesa que le hizo al único hombre al que ha querido.