Elena es una chica responsable, nada alocada e incapaz de sacrificar su futuro profesional por una relación.
Elena tiene un archienemigo desde el colegio al que llama «el Indeseable».
Y Elena acaba de despertar junto a él en su cama después de la boda de su mejor amiga...
Marcos lleva toda la vida sacando de quicio a Elena con sus comentarios de sobrado y sus ojos azules como el mar.
Marcos quiere olvidar los malos rollos y dejarse llevar durante el verano por una atracción irresistible antes de volver a Londres.
Y, aunque Elena intenta ignorarle, Marcos es tan obstinado como sexy y la química entre ellos resulta inevitable.
Un niño, que vive con sus abuelos en la estación de ferrocarril del Paradero de Camarones, se mantiene atento a todo lo que ocurre en ese pequeño pueblo de la región central de Cuba. Movido por el asombro y la curiosidad, sigue con una mirada cinematográfica situaciones del presente y evocaciones del pasado.
Entre los personajes hay dos, el Ruso y Basilia, que fascinan al niño y trastocan la cotidianidad del lugar. Todo sucede durante los doce meses de 1978. Lo que dejan o se llevan los trenes y la creciente opresión, en un país que está a dos años de la crisis del Mariel, son el telón de fondo.
En Atlántida no hay línea divisoria entre el testimonio y la ficción. Aunque la mayoría de los personajes y los hechos que aparecen en la novela son reales, siempre quedan expuestos a la imaginación del niño. De no ser por eso, pudiera considerarse un libro de memorias.
En los años veinte la familia Deveraux es una de las más importantes de San Francisco. En 1929 la boda de la hija, Eleanor, con Alexander Allen, un joven y adinerado banquero, se convierte en uno de los acontecimientos sociales del año. El día más feliz de su vida, la joven luce un vestido exquisito de encaje con perlas bordadas, creación de una firma de alta costura de París. Sin embargo, poco después de las nupcias, Wall Street se desploma y las vidas de Eleanor y Alexander cambian para siempre.
A lo largo de las siguientes décadas, los Deveraux se enfrentan a desafiantes cambios sociales, políticos y económicos. No obstante, el hermoso traje de novia sigue uniendo a la familia. Pasa de Eleanor a su hija Charlotte, y más tarde a Ruby y a Kendall. Una prenda, convertida en reliquia, que se transmite a través de cuatro generaciones de mujeres, cada una con su propia historia que contar.
Un hondo patetismo se conjuga con una ironía a la vez amarga y piadosa en esta historia de una mujer madura que se enamora del joven profesor que frecuenta su casa. La lucha entre una férrea voluntad personal y la inflexibilidad del destino.
Hola, me llamo Amara y estoy aquí no para hablaros de mí, sino de Liam Acosta, ese guapísimo empresario que se dedica al negocio del vino en Tenerife y que sigue soltero porque quiere, pues siempre tiene a una legión de mujeres pendientes de él. Por lo que sé, un día recibió una misteriosa llamada telefónica para pedirle que viajara a Los Ángeles por un asunto urgente, que resultó ser ni más ni menos que un bebé.
A Liam, al principio, le costó mucho admitir su paternidad, pero cuando vio a la criaturita, el mundo se movió bajo sus pies: al igual que él, tenía el ojo derecho de dos colores. Así que, muy agobiado y tremendamente perdido, regresó a Canarias con su hijo.
Enseguida se dio cuenta de que necesitaba a alguien que le echara una mano y, por recomendación de mi amiga Verónica, me contrató a mí. De pronto Liam y yo, dos personas independientes y acostumbradas a no tener que dar explicaciones a nadie, hemos tenido que ponernos de acuerdo por el bien del pequeño. Y eso ha hecho que, sin apenas darnos cuenta, hayamos reconocido el uno en el otro a la persona que nunca hubiéramos esperado encontrar.