Nisa y Jose viven en la isla de La Palma. Nisa, cansada de su familia, pasa las horas en un apartamento turístico vacío donde se cuela cada tarde. Un día, Jose, el hijo del propietario, la descubre y queda fascinado con ella. Junto al fuego de las hogueras, comienza una relación apasionada y turbulenta. La trágica erupción del volcán de La Palma y sus problemas familiares llevan a la pareja a Madrid, donde su amor se enfrentará a nuevas preguntas: ¿qué los une realmente?, ¿se puede seguir adelante después de haberlo perdido todo?, ¿cuántas veces puede resurgir un amor de las cenizas antes de apagarse por completo?
Udrev, un reconocido pintor y escultor, es salvajemente asesinado; su cadáver aparece pintado y cubierto de extraños dibujos y grabados. El recien ascendido inspector Jan Balasch se hará cargo de la investigación ayudado por la agente Carla Janerich, adscrita a la Brigada de Patrimonio, experta en arte y dotada de una especial intuición.
Pese a la incansable labor de los policías, y de las diferentes líneas de investigación abiertas, los resultados son desalentadores. Parece que un denso manto de niebla se hubiera apoderado de la escena del crimen y velado el rostro de sus autores; como si ese asesinato ritual nunca hubiera existido. Ya resignados a archivar el caso, el azar les lleva a descubrir un pendrive en el interior de una de las esculturas del artista. Inicialmente parece tratarse de una broma póstuma de Udrev, pero la inesperada filtración de su contenido a la prensa desencadena una serie de robos, asesinatos y suicidios en diferentes ciudades de Europa y Estados Unidos que pondrán a Balasch y Janerich, en coordinación con Interpol, tras la pista de la trama criminal urdida por un poderoso lobby del mundo del arte.
Solo aquellos que hayan vivido los ardientes fuegos de un amor irrefrenable podrán comprender las razones que llevaron a María José Solano a dejarlo todo y emprender en solitario Una aventura griega. Acompañada únicamente de una maleta de mano y los libros del objeto de su pasión, el héroe de guerra y cronista viajero Patrick Leigh Fermor (1915-2011), la escritora abraza los restos de su legado en el país de los olivos.
Camina por las mismas calles en las que él, célebre por aventuras épicas en el país heleno, había vivido mil correrías y affaires secretos; brinda con uzo y retsina en las tabernas en las que él se embriagó con su círculo bohemio y, acaso igual que él, sueña con la posibilidad de encapsular el pasado mágico de un país rebosante de tesoros arqueológicos.
En este singular trayecto, que se puede leer casi como un romance con la obra fermoriana, Solano hace escala en lugares legendarios como Corinto, Micenas, Epidauro, Esparta o la isla de Hydra, donde Leigh Fermor (Paddy, para los amigos) pasó una larga temporada en una mansión ahora -cómo no- declarada en ruinas. Desde cada uno de esos enclaves, capitales para entender la figura del aventurero, la escritora sevillana declara su amor eterno a un personaje tan singular como enigmático, con sus luces y sus sombras, siempre impetuoso y, hasta su último aliento, impulsado por un hambre insaciable de acción y conocimiento.
Janice trabaja como mujer de la limpieza y sabe que solo hay una forma de conocer a la gente: a través de sus historias. En su día a día se rodea de personas peculiares, como Fiona, que acaba de enviudar; Geordie, un cantante de ópera; o la insoportable señora Sísísí y su insólito fox terrier, Decius.
Cuando empieza a limpiar para la señora B, una nonagenaria cascarrabias, Janice siente que hay alguien dispuesto a escucharla. Pero tiene claro que, aunque coleccione relatos ajenos, no tiene ninguno que pueda compartir.
Sin embargo, la señora B sabe que Janice oculta algo. Al fin y al cabo, ¿no tenemos todos una historia que contar?
1475. En Vetonia, una ciudad de la Castilla de los Reyes Católicos, vive Caterina, una joven condesa que ha enviudado recientemente. Reside en el palacio de su tío, el marqués de Narros, y pretende crear un importante gremio de sastres y bordadores. Para ello, envía a Guillén, su amante, a Valencia con el propósito de encontrar a los mejores artesanos. A su regreso, Guillén traerá a Juana, una prometedora bordadora, que llenará de amor, suspense, drama y secretos los muros del palacio y trastocará la tranquila vida de Caterina.
Escrita y documentada con un cuidado exquisito, La bordadora es una novela histórica como ninguna otra. En su ópera prima, Consuelo Sanz de Bremond vuelca todo su conocimiento como investigadora de la historia de la indumentaria, costumbres y vida cotidiana para tejer una trama apasionante de romance, intriga y poder en el atractivo mundo de la corte medieval, que se nos muestra aquí con una viveza y autenticidad inigualables.
Los sentimientos de odio y rencor de Doña Lena, esposa de don Erasmo Mira Brossa, abogado y presidente del Partido Nacional hondureño, y madre de una única hija, Teti, son tan poderosos como el fuego: si se alimenta acaba consumiéndolo todo hasta el desmoronamiento. Pero el fuerte temperamento de Doña Lena no podrá impedir que Teti se case con Clemente, un salvadoreño divorciado, veinte años mayor que ella y con el estigma de comunista. Los lazos rotos de la familia Mira Brossa ya son irreparables, y Teti, Clemente y el hijo de ambos, Eri, se ven forzados a irse de Honduras para instalarse en El Salvador.
Corre el año 1969 y la guerra entre Honduras y El Salvador amenaza con dinamitar los frágiles cimientos de la relación de doña Lena con su hija, quien, a pesar de las amenazas de su contrariada y atormentada madre, se niega a regresar a su país, ni siquiera tras la trágica y misteriosa muerte de su marido.
El carácter volcánico de la matriarca es el denominador común de la historia de esta familia hondureña, narrada con el habitual despliegue de estilo marca del autor, y un tono afilado, ácido, que sumerge al lector en la corriente de sentimientos encontrados en la que se debaten los protagonistas de esta novela.