Dicen que las islas Lofoten son el final del mundo, pero Emma solo puede pensar que es imposible que algo tan bonito sea el final de algo, sino apenas el principio: el principio del mundo, una oportunidad para empezar de nuevo y también su casilla de salida en el recién estrenado tablero de su vida.
Aksel se marchó de este archipiélago situado por encima del círculo polar ártico cuando cumplió los dieciocho años, ansioso por ver qué había más allá de esas montañas rodeadas de agua, pero han transcurrido siete años y ahora solo desea regresar y convertir su cabaña a orillas del fiordo en su hogar.
Emma guarda un secreto que la cambió por completo, y lo último que quiere es enamorarse. Aksel se enamora perdidamente de ella en cuanto sus miradas se encuentran.
Vuelve Douglas Coupland con una novela para leer en «modo atracón» En los años 90, la publicación de "Generación X" convirtió a Douglas Coupland en el gran cronista de los nativos digitales. "Microsiervos", "Planeta Champú", "Todas las familias son psicóticas" o "JPod" lo confirmaron como un escritor con mundo propio, irónico y detallista, gran observador de las ansiedades y los desafíos de la sociedad hiperconectada. Tras varios años concentrado en su trabajo como artista audiovisual y gráfico, vuelve Coupland con una novela hecha de 60 microrrelatos pensados para leer en «modo atracón». Capaz de describir a un personaje con una sola frase, o un rasgo o una actitud, Coupland hace hablar a jóvenes, mayores, abuelos, enfermos, aislados, adictos, conectados entre sí pero cada uno a solas con su conflicto. Juntas, estas historias cuentan el mundo de hoy. Influenciado por autores como Margaret Drabble, Truman Capote, Kurt Vonnegut, Joan Didion y los escritos de Andy Warhol, Coupland se ha caracterizado por construir una obra basada en la profusión de detalles: la forma de vida de personajes, las referencias a innumerables marcas y productos del mundo del consumo ; el tono antropológico. A la manera de una novela realista del siglo XX, Coupland trazó el gran atlas de lo que el mundo de Internet estaba por hacer con el mundo occidental». Karina Sainz Borgo, "Vozpopuli"
Magnéticos e irresistibles. En cada uno de los cuentos de El buen mal, Samanta Schweblin nos abduce a otra dimensión donde quedamos en contacto íntimo con sus personajes. Encandilados por el fulgor de la inminente tragedia, vulnerables y profundamente humanos, advierten cuánto podría transformarlos la irrupción de lo inesperado. A algunos los dejará de pie frente al dolor, a otros dialogando con la culpa y a todos atravesados por la incertidumbre. ¿Importa saber qué es verdad? Se trata, de principio a fin, de ser partícipes de un fenomenal artificio literario. Con inédita perspicacia, Schweblin intuye el punto de quiebre de una voluntad, la intensidad premonitoria de un temblor y la lejanía que impone la ternura. Conoce la mejor de las infinitas posibilidades de una historia y el modo de encajar las piezas de una trama para dar con un gran relato que se hunda y proyecte, oscurezca e ilumine el día a día de la época y el alma de quienes la habitan. En su literatura, premiada internacionalmente, los filos entre realidad y ensueño deslumbran como los de un cuchillo.
Un pequeño castillo de caza en Hungría, al pie de los Cárpatos, donde alguna vez se celebraron fastuosas veladas y la música de Chopin inundaba los elegantes salones decorados al estilo francés, ha cambiado radicalmente de aspecto. El esplendor de antaño se ha desvanecido, todo anuncia el final de una época.
En ese escenario cargado de vivencias, dos hombres se citan para cenar tras cuarenta años sin verse. De jóvenes habían sido amigos inseparables, pero luego sus caminos se bifurcaron: uno se marchó a Extremo Oriente y el otro, en cambio, permaneció hasta hoy en su propiedad. Sin embargo, ambos han vivido a la espera de este momento, pues entre ellos se interpone un secreto de una fuerza singular. Todo converge en un duelo sin armas, aunque tal vez mucho más cruel, cuyo punto en común es el recuerdo imborrable de una mujer.
Pessoa es, con Camoens, el escritor portugués que más ha trascendido fuera de su país. Además de un gran poeta, Pessoa fue también un extraordinario prosista y, sobre todo, un pensador, agudo, profundo y original. Los biógrafos y demás estudiosos de Pessoa no suelen olvidar su declaración de que, desde su infancia, gustaba el poeta de rodearse de personajes ficticios de su invención, en los que él mismo veía el origen remoto de los heterónimos. Esta edición ofrece, en versión bilingüe, una amplia selección de sus tres principales heterónimos: Alberto Caeiro, Ricardo Reis y Álvaro de Campos, así como de Pessoa "êle mesmo".
En este deslumbrante libro, Javier Argüello reúne siete cuentos de estirpe fantástica, deudores y renovadores de la tradición fundada por Gógol, Poe, Maupassant o Borges. Dueño de un estilo sutil y eficaz, Argüello nos cuenta historias inquietantes y turbadoras, a veces espeluznantes, hechas con la materia que se extiende tras el fi lo de la realidad.