Cuando, en los años ochenta, el economista Ha-Joon Chang aterrizó por primera vez en Reino Unido desde Corea del Sur, se encontró con un país que comenzaba a salir de la insípida dieta inglesa y a experimentar con los sabores del resto del mundo. Era un trayecto inverso al queestaba recorriendo la economía, cada vez más acomodada en una única escuela. Su nuevo y esperado libro, Economía comestible, demuestra con ejemplos claros y sabrosos que del mismo modo que es esencial abrirse a las diversas tradiciones culinarias también lo es disponer de una amplia variedad de perspectivas económicas.
En este fascinante y delicioso volumen, Chang convierte en apetecibles todo tipo de ideas económicas, explicándolas a través de algunosingredientes y recetas de diferentes lugares del planeta. Así, el chocolate puede ser una dulce adicción, pero aporta emocionantes ideas sobre las economías posindustriales del conocimiento; y mientras que la okra hace que el gumbo del sur de Estados Unidos tenga una suavidad que derrite el corazón, también remite a la enmarañada relación entre el capitalismo y la libertad. Desde el coste oculto del trabajo del hogar hasta el lenguaje engañoso del libre mercado, mientras cocina platos de todo el mundo, como el sándwich favorito de Elvis, las gambas al ajillo españolas y el dotorimukcoreano, este irresistible divulgador sirve un festín de ideas audaces fácil de digerir y con el que cambiar el mundo.
Un breve ensayo de los recientes ganadores del Premio Nobel de Economía.
Entre los economistas, existe un amplio consenso con respecto a que las políticas públicas deben buscar formas de reducir o eliminar los fallos del mercado y las medidas distorsionadoras. Pero Acemoglu y Robinson sostienen aquí que esta conclusión es a menudo incorrecta, porque ignora la política. De hecho, existen fuerzas sistemáticas que a veces convierten la buena economía en mala política, y esta última, por desgracia, prevalece con frecuencia sobre el bien económico.
Los autores subrayan que se debe tener especial cuidado con las repercusiones políticas de las reformas económicas que cambian la distribución de los ingresos o las rentas en la sociedad de un modo que beneficia a grupos ya poderosos. En otros términos, las medidas bien intencionadas pueden inclinar aún más la balanza del poder político en favor de los grupos dominantes, dando lugar a consecuencias adversas para los equilibrios políticos futuros. Así lo muestran una serie de episodios históricos recientes, como la desregulación financiera estadounidense que desembocó en la crisis de 2007-2008, o la privatización de empresas en la Rusia postsoviética, que al debilitar el proceso de reforma política allanó el camino para el ascenso de la oligarquía y el régimen autoritario de Putin.
Amaia Pérez Orozco reúne en este libros seis piezas clave de la Economía Feminista, un marco político de análisis y acción que apuesta por desplazar el eje en torno al cual entendemos la economía: de los mercados y los procesos de valorización de capital a la sostenibilidad de la vida. Con esas gafas, vemos la centralidad de los vínculos y los trabajos de cuidados, y el neutro homo economicus se convierte en sujetos marcados por el género, la raza y la clase. Al poner en el centro los procesos de sostenibilidad de la vida, la Economía Feminista nos permite nombrar la tensión estructural e irresoluble bajo el capitalismo: el conflicto capital vida. Los textos reunidos, resultado de procesos de investigación militante, diálogos y derivas colectivas, avanzan en las discusiones y prácticas en marcha, por ejemplo, al intentar retejer los hilos rotos entre vida humana y no-humana o señalar los hilos de (dis)continuidad entre sur y norte global. A la vez, buscan aterrizar la apuesta por poner la vida en el centro en alternativas concretas y en todas las escalas, en espiral.