Ambientada en las montañas del sur de los Apalaches, Demon Copperhead es la historia de un muchacho nacido de una madre soltera adolescente en una caravana, sin más patrimonio que el buen aspecto y el pelo cobrizo de su difunto padre, un ingenio cáustico y un feroz talento para la supervivencia. Relatado con su propia voz, Demon se enfrenta a los peligros modernos de los hogares de acogida, el trabajo infantil, las escuelas en ruinas, el éxito deportivo, la adicción, los amores desastrosos y las pérdidas aplastantes. A través de todo ello, se enfrenta a su propia invisibilidad en una cultura popular en la que incluso los superhéroes han abandonado a los pueblos rurales en favor de las ciudades. Hace muchas generaciones, Charles Dickens escribió David Copperfield a partir de su experiencia como superviviente de la pobreza institucional y sus daños en los niños de su sociedad. Esos problemas aún no se han resuelto en la nuestra. Dickens no es un requisito indispensable para los lectores de esta novela, pero le sirvió de inspiración. Al trasladar una novela épica victoriana al Sur de Estados Unidos contemporáneo, Barbara Kingsolver recurre a la ira y la compasión de Dickens y, sobre todo, a su fe en el poder transformador de una buena historia.
Mientras consideraba su mortalidad, Franz Wright encontró una nueva euforia y claridad en la página, entregando para nuestro examen el “yo” defectuoso pero arrodillado en gratitud en el que se había convertido. Desde "Entries of the Cell", el largo poema central que detalla la soledad del alma soltera, hasta breves poemas narrativos en prosa y letras tradicionales, Wright se deleita en el poder compensatorio del lenguaje, observando los faros diurnos que siguen a un coche fúnebre, o el viento, “bendiciendo uno por uno los capullos sin luz del regreso inadvertido del melocotonero doblado hacia atrás”.
Esta primera antología de la poesía de Simón Partal es una gran fiesta, una esperada rave en la arena, junto a la orilla, muy cerca del mar y de sus profundidades.
Ese de anoche recoge la aventura vital de un poeta que vive de cara a la vida: las sábanas tendidas en un prado abierto, un grupo de chicos que trabajan sus cuerpos en el paseo marítimo, el perro que persigue a las palomas sin intención de atraparlas, la nieve que cae sobre el campo y que exige un caminar de otra manera son algunas de las imágenes y escenarios de esta poesía orientada al milagro cercano de la existencia, versos que no explican el mundo, sino que se empapan de él. Con un fondo enigmático y sereno, la mirada de Partal es la mezcla perfecta de sabiduría y de avidez, de trascendencia y de instinto, de silencio y de hambre.
«Delicada y cruda, antigua y novísima, lírica y prosaica, esta poesía nos habla del ardor del deseo, del amor que otorga sentido y «ofrece desapego», de lo innecesario del acontecimiento, de cómo lo divino accede a manifestarse en el rojo de los tomates, y de la impotencia que a veces se esconde en las palabras. Mientras leemos estos poemas descarnados, conmovedores, sabemos ya que se quedarán por siempre a vivir con nosotros».
La vocación artística más profunda de Max Aub fue, sin duda, la vocación escénica. Vinculado a las vanguardias teatrales de los años veinte y treinta, antes de la guerra de España publicó diversas obras dramáticas. Antifascista leal al gobierno republicano, durante los años de la Guerra Civil escribió ocho obras en un acto que reunió con el título de Teatro de circunstancias. En julio de 1937, cuando residía en París como agregado cultural de la Embajada española, fue nombrado secretario del Consejo Central del Teatro y por tal motivo tuvo que trasladarse en 1938 a Barcelona, por entonces capital de la República. Exiliado en París desde febrero de 1939, padeció durante tres años la experiencia de los campos de concentración franceses y argelinos, aunque en octubre de 1942 inició su exilio en México. Entregado compulsivamente durante aquellos años cuarenta a la escritura de una torrencial literatura dramática y esperanzado con el posible renacer de su vocación escénica –que la dedicatoria de su tragedia San Juan expresaba en 1943 con claridad–, la imposibilidad de estrenar sus obras fue sumiendo al dramaturgo en una frustración amarga que reflejó con airada resignación en sus Diarios. La primera edición de San Juan apareció en México en 1943, aunque el estreno mundial de esta tragedia no tuvo lugar hasta 1998 en Valencia. Las representaciones de San Juan en Valencia, Madrid y Lisboa, un éxito de crítica y público en la España democrática, vinieron a demostrar la actualidad y vigencia de esta excelente tragedia maxaubiana.
Protegido por puestos defensivos y tropas cosacas, se alza el Moscú milenario. Dentro de los tres anillos de defensa (y detrás de los muros del Kremlin) se alza su imponente palacio. Allí, Su Majestad el Emperador premia a lo mejor de lo mejor, a los más valientes entre los valientes, la flor del cuerpo de oficiales, el apoyo y la esperanza del imperio, con una misión. Tendrán que abandonar la capital, decorada festivamente para el día del Arcángel Miguel, e ir a las tierras oscuras que una vez pertenecieron a la gran Rusia, para resolver un misterio.
De camino a su destino destino más allá del Volga y detrás del impenetrable velo de niebla, el interrogante penderá sobre las tropas cosacas: ¿dónde desaparecieron todos los exploradores y por qué los puestos fronterizos guardaron silencio al respecto?
Cada año, miles de personas llegan a San-Er, la capital del reino de Talin, porque en su palacio tienen lugar unos esperados juegos. Aquellos capaces de hacer que su conciencia salte de un cuerpo a otro pueden competir en una lucha a muerte para ganar riquezas inimaginables.
La princesa Calla Tuolemi vive oculta. Cinco años atrás, sus padres perecieron en una matanza que dejó el palacio de Er vacío… y fue ella quien la llevó a cabo. Antes de que las fuerzas del rey Kasa la atrapen, quiere terminar su trabajo y destruir la monarquía. Su tío, el rey, vive recluido, pero siempre felicita al ganador de los juegos en persona, así que si ella gana, tendrá una oportunidad de matarlo.
Anton Makusa es un aristócrata exiliado. Su amor de la infancia lleva en coma desde que ambos fueron expulsados de palacio, y él ha tenido que endeudarse mucho para poder mantenerla con vida. Por suerte, él es una de las personas que mejor domina el arte de cambiar de un cuerpo a otro en el reino. Su última oportunidad de salvar a su amor es entrar en los juegos y ganar.
Calla forjará una inesperada alianza con Anton y contará con la ayuda del hijo adoptivo del rey Kasa, August, que quiere solucionar los males de Talin. Pero los tres tienen metas muy distintas y, cuando comiencen los juegos a vida o muerte, harán lo que sea necesario para alcanzarlas.