Imaginen por un momento una mesa bien dispuesta, con platos de loza blanca llenos de comida exquisita. Imaginen unas judías verdes condimentadas con mantequilla fundida, el olor embriagador de unos pimientos asados y la textura de un Strudel de manzana recién horneado. Al levantar la vista encontrarán a diez mujeres jóvenes y famélicas. Estamos en el cuartel general de Hitler y corre el año 1943; la guerra causa estragos, pero ellas están aquí y tienen hambre. Lo que pueda pasar después poco importa...
«¡Comed!», ordenan los soldados de la SS: ellas son las catadoras del Führer y tendrán que aguardar una hora hasta que los guardias descarten que las viandas están envenenadas. En el ambiente turbio de este banquete perverso, que siempre puede ser el último, las jóvenes y los militares del cuartel trenzan alianzas insólitas. Pero ¿acaso hay algo insólito cuando vivimos al límite?
COMO quien debe recorrer
muchos kilómetros
para cumplir un conjuro,
llevo las semillas
de la selva lacandona
al Viejo Mundo
y las pierdo allí.
En el viaje tenemos la sensación
de que todo está por hacerse,
que podemos ser otros,
que el deseo no ha muerto.
Vamos de un país a otro
sin volver a casa
y sentimos que somos
dos veces extranjeros.
Michael Hudson acaba de salir de la cárcel. Se ha librado de una condena larga gracias a Phil Ornazian, un detective que ha movido los hilos para que retiren la denuncia que pesaba sobre el chico. Decidido a reformarse, Michael quiere buscar un trabajo honrado y llevar una vida tranquila en Washington D. C. Pero Ornazian quiere que le devuelva el favor, y le presiona para que le ayude a dar un último golpe…
Freddy Frenger, Jr., un encantador psicópata de California, acaba de aterrizar en Miami con los bolsillos llenos de tarjetas de crédito robadas y ganas de armarla gorda. Después de una condena en San Quintín, quiere empezar de nuevo en otro estado sin que lo consideren reincidente. En su camino se cruza el sargento Hoke Moseley, un policía con una vida desastrosa, un coche abollado y un aspecto desaliñado, pero implacable en su trabajo. Criminal y policía intuyen que la ciudad no es suficientemente grande para los dos, pero Freddy es quien golpea primero: le roba al sargento su placa, su arma y su dentadura postiza. El duelo está servido.
Claire Gracen tiene por n la vida que siempre ha querido: una carrera profesional que adora como diseñadora de interiores; un hombre, Jonathan Statham, el que fue su amado y deseado jefe, que estádispuesto a hacer todo lo que ella desee y amigos que conocen el verdadero signi cado de la palabra «amistad». Cuando ella y Jonathan empiezan a preparar la boda de sus sueños para formalizar su com- promiso de amor eterno, Claire se da cuenta de que el doloroso pasado que había dejado atrás estámucho más encima de lo que pensaba, y la duda parece querer instalarse en su perfecta vida junto a Jonathan. Para Claire, Jonathan es el prometido perfecto, ¿pero seráun marido perfecto? Para Jo- nathan, algunas conductas de Claire en la recta nal hacia su enlace hacen que se llene de preguntas: ¿Claire estáponiendo a prueba su amor... o en realidad es ella quien debería estar bajo esa sospecha? Las dudas empiezan a poblar cada vez más el sendero hacia el altar de Claire y Jonathan, y los problemas parecen crecer a cada día que pasa. Pero no por nada Jonathan ha sido todo un jefe tanto dentro como fuera del ámbito laboral, tanto dentro como fuera de la cama de Claire..., y eso, junto con el amor que se profesan, es algo que estápor encima de todos los problemas...
Un juego entre amantes. Una obsesión. Un tipo de amor que lleva a la muerte. Un thriller distinto, una perturbadora vuelta de tuerca al suspense psicológico. Él dice que es amor. Para ella es obsesión. Mike y Verity llevaban nueve años juntos. Su relación era especial y les encantaba llevarla al límite con un juego muy personal, irresistible. Una prueba de amor y deseo eternos. Por eso, cuando Mike recibe la invitación a la boda de Verity sabe que lo único que ella quiere es que juegue, y él jugará hasta el final.