Me llamo Billie, tengo veinte años y soy la hija del embajador de Estados Unidos en Francia.
Siempre me he sentido atrapada en mi propia vida, y la situación empeoró tras la muerte de mi madre, ya que mi padre se volvió obsesivo con mi seguridad y me asignó dos guardaespaldas en lugar de uno: Aaron y Caleb.
Nuestra estancia en París está a punto de terminar y pronto regresaremos a Nueva York. Aaron y Caleb han aceptado viajar con nosotros, y la verdad es que me alivia mucho porque, a pesar de que no soporto tener a alguien siguiéndome todo el día, me he encariñado de Caleb.
Aunque he de reconocer que desde que he conocido a Thomas, un apuesto estudiante de Princeton que está de vacaciones en París, Caleb se está comportando de un modo muy extraño y excesivamente sobreprotector.
Pero no quiero que se le plantee la duda de si ir a Nueva York será la mejor opción para él. Caleb es parte de las pocas cosas buenas de mi vida. Su amistad es más importante que cualquier estúpido sentimiento de celos. No puedo dejar que eso ponga en peligro nuestro vínculo especial.
Menos mal que, afortunadamente, sé cómo manejar la situación.
Después de una carrera plagada de éxitos sobre los escenarios operísticos más importantes, me he visto sumergida en una complicada situación profesional que se ha agravado aún más por mi situación personal.
Mi marido ha desaparecido, no me responde a las llamadas y, por si eso no fuera ya bastante humillante, he descubierto que me ha dejado con serios problemas económicos. Así que no me ha quedado más remedio que actuar en una ópera rock, con argumento romántico y características muy alejadas de mi registro como mezzosoprano, a pesar de que mi prestigio haya quedado en entredicho.
Si ya dudaba si aceptar o no ese trabajo, tras conocer al coprotagonista me pregunto si seré capaz de soportarlo: un roquero sin filtro verbal y de cuestionable estilo al vestir, que me birla el maquillaje y que siempre está rodeado de fans dispuestas a todo por su ídolo.
Y cuando creo que ya no puedo hundirme más, recibo una inesperada noticia sobre mi marido que me impacta como un monumental bofetón emocional.
Pero como reza el dicho: no se vayan todavía, aún hay más...
La protagonista de esta historia tenía apenas veintiún años cuando le detectaron un tumor en la carótida izquierda que cambió su vida para siempre. Al diagnóstico le siguieron muchas pruebas, un baipás, una delicada operación para extirparle el tumor y otra demoledora noticia al despertar: tenía disfagia -un trastorno poco conocido que impide tragar.
A partir de entonces, Núria tuvo que (re)aprenderlo casi todo: a beber agua, a convivir con la enfermedad, a compartir su historia con miles de personas a través de una pantalla y a sacar fuerzas de donde no las hay.
Este libro es una lección sobre cómo convertir la debilidad en fortaleza y la angustia en esperanza. Es una invitación a ser más empáticos y a buscar el lado positivo de las adversidades incluso cuando la vida se hace muy cuesta arriba.
Después de un curso más que complicado, Haley y Jayden han conseguido encontrar luz en medio de la oscuridad en la amistad que los une. Las heridas aún no han cicatrizado y los miedos no han dejado de acechar; es por eso que, cuando el nuevo curso empieza, los dos se necesitan demasiado para permitir que nada ni nadie ponga en riesgo esa amistad, ni siquiera ellos mismos.
¿Se puede volver a amar con el alma rota? ¿Existe alguien capaz de querer y completar al otro a pesar de todas las cicatrices? Jayden nunca había conocido el amor. Haley una vez pensó que lo había encontrado, ciego y abrasador.
Ahora puede que los dos estén a tiempo de descubrir que la verdadera definición del amor… es otra cosa.
Joy tiene 34 años, 20 en el cuerpo y 100 en la cabeza. Trabaja en una agencia de publicidad que conecta a influencers con grandes marcas. Es un mundo centrado en la imagen y el lujo en el que se espera de ella que sea brillante pero Joy siente que no tiene ningún talento, que no está a la altura, y para compensar ese sentimiento que la acompleja se pone mucha presión. Ha perdido la alegría de vivir. Ella, que de niña era una explosión de felicidad y que su padre había bautizado como «su palomita», se encuentra al borde de la implosión y ha desarrollado un síndrome digital que le proporciona la falsa ilusión de tenerlo todo bajo control. Cuando su jefe le encarga la delicada tarea de organizar un evento especial para celebrar el décimo aniversario de la agencia, Joy busca la colaboración de Benjamin y su equipo y ese encuentro providencial pondrá patas arriba su vida. Poco a poco recuperará la seguridad en sí misma y la melancolía se alejará. Pero atención, porque cuando una palomita explota, hace ruido, mucho ruido...
Dos años no parecen ser suficientes para disipar el rencor y hacer volar las cenizas donde ardió una pasión sin límites. Katherine lleva todo este tiempo preparándose para una batalla que, sin lugar a dudas, llegará. Están ocurriendo asesinatos en distintas mafias, se ha liberado una nueva amenaza de su jaula y los viejos enemigos ni olvidan ni perdonan. Aiden sigue siendo el líder frío, calculador e imbatible. Calienta su cama con miles de mujeres para intentar evocar el rostro de una en concreto, aunque sin éxito. Su inminente compromiso no le preocupa, ya que aquella a quien realmente quiso le robó el corazón y lo redujo a polvo. Ahora es incapaz de amar. ¿Qué pasará cuando una lluvia de sangre y una velada blanca los lleven a volver a cruzarse? «Recuerda: los monstruos paren monstruos».