Las Ramírez de Stanten Island orbitan alrededor de la ausencia. Cuando Ruthy, a los trece años, desapareció sin dejar rastro después de un entrenamiento de atletismo, su familia quedó marcada y deshecha. Una noche, doce años después, Jessica, la hermana mayor, ve en la pantalla de su televisión a una mujer que aparece en Catfight, un reality show subido de tono. Se apresura a decírselo a Nina, su hermana menor. El pelo de esta mujer está teñido de rojo y se hace llamar Ruby, pero el lunar bajo su ojo izquierdo es reconocible al instante. ¿Podría ser Ruthy, después de todo este tiempo?
Los años desde la desaparición de Ruthy no han sido fáciles para la familia Ramírez. Es el año 2008 y su madre, Dolores, todavía padece la pérdida; Jessica se las arregla entre su bebé recién nacido y su trabajo en el hospital; y Nina, después de cuatro exitosos años en la universidad y de no haber sido aceptada en la escuela de medicina, regresa a casa y se ve obligada a trabajar en el centro comercial doblando diminutas tangas en una tienda de lencería.
Entre los malditos reunidos en Raros como yo encontramos escritores que fueron aplaudidos en vida para después caer en el olvido, como Concha Espina; otros despreciados en vida que después han sido rescatados, como Felisberto Hernández; y hallamos también a quienes fueron malditos en vida y aun hoy lo siguen siendo, confinados en las mazmorras donde se encierran las voces que desentonan del coro oficialista. Destaca entre estos últimos el argentino Leonardo Castellani, a quien Prada denomina rubenianamente «padre y maestro mágico que cambió radicalmente mi percepción del oficio literario» y dedica páginas muy hondas y reveladoras. Cierra el volumen un balcón ofrecido a las «rosas de Cataluña», un puñado de escritoras –casi todas ellas de la misma generación– que el autor descubrió fascinado mientras estudiaba la literatura catalana de la Edad de Plata.
En este libro crudo y tierno, entre la emoción y la dureza, los recuerdos se ligan a los ritmos de las rondas infantiles. Llega el momento en la vida en que los juegos y cantos pierden su inocencia. Una muchacha educada, pero también traviesa, que toca el piano, practica esgrima y se pelea con su hermana, transita la traumática experiencia que separa la niñez de la adolescencia. El despertar del cuerpo y el encanto por lo prohibido pautan las rondas de una niña que se quiere comer y «amanecer al mundo / desflorada a besos». La Biblioteca Elena Poniatowska reúne la obra narrativa, ensayística y periodística de la autora que ha explorado con maestría el género que ha tenido enfrente. En Rondas de la niña mala la poesía evoca los fogosos años de la juventud y el descubrimiento de la sensualidad y sus delirios.
Marcel Proust escribe con una diferencia de cinco años, de tres si nos atenemos a la fecha del último "salón" publicado (1905) y el primer "pastiche" (1908), estos dos conjuntos de textos presididos por una idea absolutamente distinta. Si los Salones pertenecen al mundo en que se ha movido la primera juventud del autor y en el que ha nacido su primer libro, Los placeres y los días (1896), en El caso Lemoine se trata de una gimnasia del oficio de la escritura, de un ejercicio de análisis de estilos ajenos a traves de un caso de crónica de sucesos: la estafa de un tal Lemoine a la más alta compañía de diamantes del mundo. En los Salones encontramos un Proust alabancero, que reseña, bajo pseudónimo y en Le Figaro, actos sociales de ese mundo aristocrático con el que más tarde saldaría cuentas críticas en distintos volúmenes de A la busca del tiempo perdido, su obra capital (en 'La parte de Guermantes' y 'Sodoma y Gomorra' sobre todo, y tan acerbas como en el viscontiniano "Baile de las Cabezas" de 'El tiempo recobrado').
Conocido sobre todo por su labor fabuladora, que dio obras de la importancia de "La montaña mágica", "Los Buddenbrook" o "La muerte en Venecia" entre otras, la celebridad de Thomas Mann (1875-1955), así como su indiscutible talla intelectual, llevaron a menudo a que fuera solicitado como ensayista y conferenciante. Schopenhauer, Nietzsche, Freud reúne cinco textos fruto de esta actividad, en los que, en palabras de Andrés Sánchez Pascual -traductor y presentador del volumen- Mann traza un balance muy personal de su trato con la obra de estas tres grandes figuras que influyeron de modo decisivo en su creación novelística. Reducidos normalmente en su extensión en cada una de las ocasiones en que fueron expuestos, los ensayos se ofrecen aquí en su versión íntegra.