En este apasionante análisis, Boris Cyrulnik examina las razones profundas que aún hoy llevan a millones de seres humanos a seguir creyendo. Entre ellas, destaca las ventajas adaptativas de la religión, tanto en sus expresiones individuales como grupales, por su capacidad de dotar de sentido a la existencia humana. A través de un acercamiento ameno a la teoría de la mente, así como a la estrecha relación que existe entre religión y cultura, Cyrulnik demuestra el vínculo que existe entre las primeras figuras de apego de la infancia y la transmisión del sentimiento religioso.
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