Es víspera de Navidad y la visita de la clase de Joséphine al zoo ha sido una catástrofe. Nadie sabe qué ha pasado exactamente y los padres de la niña están dispuestos a descubrirlo. Mientras la investigación avanza, comprendemos poco a poco que una catástrofe nunca llega sola, que las apariencias engañan y que los acontecimientos pueden tomar un giro que nadie imagina.
La muy catastrófica visita al zoo nos mantiene en vilo hasta el final; es una novela divertida y emocionante, repleta de guiños sobre nuestra sociedad, sobre la democracia, la educación inclusiva, el rol de los padres y de los maestros.
La sociedad en la que vivimos nos aleja de la muerte, de las personas que están muriendo, y nos obliga a perder momentos mágicos y únicos que llenan de sentido la vida.
En los años que Xusa Serra ha ejercido de enfermera de paliativos ha tenido el privilegio de acompañar a cientos de personas en sus últimos minutos, y tambien a sus familias, y ha podido vivir en sus carnes momentos especiales que son lecciones de vida.
Entre estas páginas, descubriremos cómo la muerte nos enseña a vivir con plenitud, pasión y propósito. Conoceremos situaciones inexplicables pero reales, circunstancias que nos harán dudar de todo aquello que hemos aprendido y que nos abrirán la mente y el corazón. Un viaje que nos ayuda a entender de forma cercana y con mucha tranquilidad el proceso de morir, el acto de despedirse y a construir el camino del duelo para incorporar la muerte de un ser querido desde el amor y la calma.
«Hablar de extrarradio y de periferia significa hablar de clase obrera, de bloques de ladrillo y hormigón, de toldos verdes comidos por el sol, de pisos sin ascensor y de cierto porcentaje considerable de población migrante en edad de trabajar. Aunque se conocen como barrios de clase trabajadora, también los habitan muchas personas sin empleo que se arriesgan a perder una muela por no poder empastarla».
Mientras que la literatura obrerista se ha encargado de romantizar el mono azul de trabajo y la academia feminista aboga por romper techos de cristal, las condiciones de quienes se encargan de lavar los primeros y barrer los segundos han quedado totalmente descuidadas y olvidadas. Cargadas de razones y muy cansadas de cuidar para que otras concilien, un centenar de Hijas del hormigón le han contado a la politóloga Aida dos Santos su día a día, porque la precariedad y las privaciones no siempre las recoge la estadística. Ahí donde leas «Esto a mí también me pasa» y asientas en silencio estará la prueba de que lo que te atraviesa a ti, nos limita a todas.