«Si hubiera vivido un poco más, apenas tres años, Joseph Roth habría asentido ante la escena de Casablanca en la que el mayor Strasser le pregunta a Rick por su nacionalidad. "Soy un borracho", responde este. Roth habría respondido igual si alguien le hubiera preguntado. Todos sus lectores lo sabemos porque lo dejó clarísimo en sus libros, en sus dibujos y en lo que los biógrafos han descubierto de su vida. También sabemos que no le preguntaron por su nacionalidad, porque Roth fue uno de los miles de apátridas que se morían del asco en la Francia a punto de rendirse ante Alemania. En un país lleno de refugiados con pasaporte Nansen (cuyo papel era tan malo que se deshacía al segundo trámite), la gente había perdido la costumbre de preguntarse por nacionalidades que ya no existían. "Así soy realmente: maligno, borracho, pero lúcido. Joseph Roth", escribió en la dedicatoria de un autorretrato que se hizo en París en noviembre de 1938, seis meses antes de su muerte».
Desde los antiguos himnos védicos hasta el sivaísmo de Cachemira, el pensamiento indio ha abierto numerosos caminos en la búsqueda de una mente diáfana, que facilite el libre tránsito de la conciencia. En el corazón de esta exploración nació una cultura mental tejida de hábitos como la meditación o el yoga, que permiten el acercamiento a las distintas dimensiones de un universo concebido como un organismo cuyo desarrollo corre en paralelo a la evolución espiritual de los seres que lo habitan. A través de su análisis, Juan Arnau nos ofrece las respuestas que las distintas escuelas filosóficas indias han dado sobre la esencia del ser y el camino hacia la liberación espiritual.
Cuando somos pequeños, todos aprendemos a usar nuestras lenguas maternas con éxito sin necesidad de un entrenamiento explícito: se trata de un proceso que empieza antes de nacer y que, aunque a los tres años ya muestra sus primeros frutos, aún prosigue durante mucho tiempo hasta que somos capaces de expresarnos con naturalidad y fluidez. Pero ¿cómo lo hacemos?
A lo largo de los últimos años, la neurociencia y la psicología han detectado una amplia gama de pequeñas evoluciones biológicas, cognitivas, pragmáticas y lingüísticas que acompañan al desarrollo del lenguaje.