Publicado originalmente en 1966, A sangre fría consagró a Truman Capote como uno de los grandes escritores de la narrativa norteamericana del siglo XX. Con un pie en el periodismo y otro en la literatura, relata el asesinato de los cuatro miembros de la familia Clutter, en Kansas, el 15 de noviembre de 1959, y el destino de los dos responsables de las muertes: Dick Hickcock y Perry Smith.
Capote se sumerge en la vida del tranquilo pueblo, esboza los retratos de las víctimas, acompaña a la policía en las pesquisas que condujeron al descubrimiento de los asesinos y, sobre todo, se concentra en los criminales hasta construir dos personajes magistrales, a los que llegamos a conocer en profundidad.
El 8 de enero de 1982, la escultora colombiana Feliza Bursztyn murió en un restaurante de París. Tenía cuarenta y ocho años. En el momento de su muerte repentina la acompañaban su marido y cuatro amigos. Uno de ellos, el escritor Gabriel García Márquez, publicó días después un artículo que incluía tres palabras en apariencia simples, pero misteriosas en el fondo: «Murió de tristeza».
Juan Gabriel Vásquez parte de esas palabras para investigar en la vida secreta o desconocida de una mujer extraordinaria. Feliza Bursztyn se enfrentó siempre a la sociedad en la que le tocó vivir. Hija de una pareja de judíos expatriados en Colombia, artista revolucionaria en un tiempo de revoluciones políticas, mujer de espíritu libre en un mundo que desconfiaba de la libertad de las mujeres, llevó una existencia que puso en escena las grandes tensiones del siglo XX y, sobre todo, el deseo de ser dueña de sí misma.
En Los nombres de Feliza el autor funde con maestría la autobiografía, la realidad y la imaginación para entregar al lector una ficción asombrosa y desgarradora sobre cómo la vida íntima de un ser humano se ve inevitablemente arrollada por las fuerzas de la historia y la política.
La libertad es la idea que subyace a las sociedades occidentales, pero de un tiempo a esta parte su significado se ha desplazado: la libertad es la libertad de las empresas para contaminar, la de las grandes tecnológicas para escapar de cualquier control y la de los políticos para mentir y fomentar la crispación. ¿Cómo hemos llegado hasta aquí? ¿De qué libertad estamos hablando? ¿Y de qué libertad deberíamos hablar?
El experimento neoliberal al que se han entregado las élites en las últimas décadas ha provocado que los mercados sin regular hayan explotado a los consumidores, los trabajadores y el medioambiente. A su vez, la desigualdad resultante ha propiciado la aparición de movimientos populistas que piensan que la libertad es ignorar cualquier responsabilidad que tengamos hacia los demás ciudadanos. Ahora la verdadera libertad política y económica está en peligro.
Con pluma afiliada y apoyado en el trabajo de filósofos contemporáneos, Stiglitz dibuja una nueva manera de considerar el papel del Estado y un modo más profundo y humano de valorar las libertades y decidir qué hacer cuando la libertad de uno choca con la de su vecino. Tenemos que reinventar nuestros sistemas económicos y legales y adoptar formas de acción colectiva que incluyan regulaciones e inversiones, si queremos crear una sociedad innovadora en la que todos podamos prosperar.