En su recorrido por las distintas regiones, retrata los lugares y sus víctimas, los territorios y sus héroes y batallas, paisajes de un país que no solemos visitar: heridas, cicatrices, desiertos, esclavos, guerras, un mundo que se vuelve más poético conforme los ojos del poeta revisitan el espacio que el ciudadano ya no ve. En este sutil trayecto que abarca grandes nombres, el autor se detiene a analizar los mass shootings, en poemas que evocan los magnicidios del siglo pasado, y el hiriente tema de la esclavitud, trazando así una dolorosa huella en la historia de la poesía norteamericana.
En estos poemas del Bukowski más maduro, se aprecian momentos de quietud insólita, instantes de contemplación abismada que transforman lo trivial en mágico. Pero si hay algo que destaca es la tenacidad incesante, el tesón de un autor que no ve otra manera de seguir adelante que abordar el siguiente verso como si fuera el primero, el más importante, el definitivo. Lo que queda a la postre es un poeta en su plenitud, poseedor de una sabiduría que lo lleva a la compasión. No faltan aquí las provocaciones y los exabruptos que lo llevan a reconocer que no sabría qué hacer si le arrebataran la locura de la que se nutre, o a achacar su éxito perenne en Europa a «traductores geniales de la hostia». Pero también hay en estas páginas magníficos retratos de los inadaptados de su entorno, desde el padre maltratador hasta las mujeres que le partieron el alma, pasando por los profesores que tan poco le enseñaron, los imitadores, los fanáticos faltos de imaginación, los «muertos en vida»…
Todo empieza con un trauma: el padre de Elizabeth muere cuando ella tiene sólo ocho meses. Cinco años más tarde, su madre es ingresada en un hospital psiquiátrico del que no volverá a salir. Ese trauma, esa sensación de haber llegado al mundo a destiempo y la necesidad de encontrar los términos exactos para expresar su malestar acompañarán a Elizabeth el resto de su vida y se convertirán en el motor de su obra poética, una de las más destacadas de nuestro tiempo.En este libro, la aclamada novelista Megan Marshall revela los aspectos menos conocidos de la vida de Bishop, esa poeta que apenas tuvo tiempo de aprender a escribir las palabras «soledad» y «duelo» antes de experimentarlas, pero que consagró sus días a la búsqueda de maneras de narrar y aliviar el dolor.Conforme rememora la vida de Bishop, Marshall que fue alumna de Poesía de aquélla esboza su propio retrato y descubre que su autobiografía está, como la de su maestra, llena de miedos, anhelos y traumas.