Es la mañana de la cosecha que dará comienzo a los décimos Juegos del Hambre. En el Capitolio, Coriolanus Snow, de dieciocho años, se prepara para una oportunidad única: alcanzar la gloria como mentor de los Juegos.
La casa de los Snow, antes tan influyente, atraviesa tiempos difíciles, y su destino depende de que Coriolanus consiga superar a sus compañeros en ingenio, estrategia y encanto como mentor del tributo que le sea adjudicado. Todo está en su contra…
Código fuente no es un libro sobre la época dorada de Microsoft ni sobre la creación de la Gates Foundation, tampoco sobre el futuro de la tecnología. Es la historia humana, personal, de cómo Bill Gates se convirtió en quien es hoy, de su infancia y de sus tempranos intereses y proyectos. Es también la historia de su abuela, una mujer de principios, y de sus ambiciosos padres; de sus primeras amistades verdaderas y de la muerte repentina de su mejor amigo; de sus problemas para integrarse y de su descubrimiento de la programación y los ordenadores en los albores de una nueva era; de cómo siendo adolescente emprendió un camino que empezó con escapadas a medianoche a un centro de informática cercano y culminó en la habitación de su residencia universitaria, donde puso en marcha una revolución que cambiaría el mundo.
El pináculo de la gloria corresponde a aquellos hombres excepcionales que, aun teniendo la principalía en hechos trascendentales, les adorna la virtud de la modestia y nunca reclaman el supremo sitial que se merecen. Este es el lugar que corresponde a todos esos oficiales de las Fuerzas Armadas que el 18 de enero de 1962 detuvieron las aspiraciones autoritarias del general Rodríguez Echavarría y colocaron en el Palacio Nacional al gobierno legítimo que tenía el encargo de conducir el destino de la nación por la senda democrática. Ninguno de estos oficiales demandó ser reconocido como héroe ni principalía en la
acción que realizaron. Esa actitud la confirmaron cuando, en conjunto, y sin mencionar nombres, prepararon un comunicado a la opinión pública donde declaraban que su acción había sido producto de una labor unificada de todas las Fuerzas Armadas dominicanas.
“Señalamos que todos participamos en el mismo grado en este acto heroico y que, por eso mismo, no queremos héroes. Teníamos conocimiento de que los miembros del Consejo de Estado estaban detenidos en el Club Cine de la Base Aérea y un grupo de oficiales de la Aviación Militar, secundados por otros del Ejército, la Marina y la Policía, se acercaron al presidente Bonnelly y le dijeron que les precisara su estado y el de los demás miembros.