Una autora que nunca pasa de moda.
Durante un placentero viaje a Oriente Medio, entre las ruinas de Petra, aparece el cuerpo de la matriarca de la poderosa familia Boynton. La pequeña marca de un pinchazo en la muñeca es la única prueba de que ha sido asesinada.
El detective Hércules Poirot deberá enfrentarse, de nuevo, al reto de resolver un asesinato con más sospechosos que pistas; y es que muchos podrían desear la muerte de la tiránica señora Boynton, poseedora de una codiciada fortuna. Poirot, pese a la complejidad del caso, se propone dar con el asesino en menos de veinticuatro horas, iniciando así una investigación que conducirá al desenlace más inesperado.
Todos tenían motivos para desear su muerte, todos son sospechosos.
Pasar las manos sobre el cuerpo inerte
de este siglo maltrecho, de esta herida callada
que viste los silencios de cuchillos
y me acompaña cerca cuando viajo
más allá de la línea de costa
que hace equilibrio en tus ojeras.
Entonces aparece el perfil nítido
de la ciudad perdida y pienso en cómo
he llegado hasta aquí, a este lugar
donde el tiempo desnuda el desconsuelo
y la felicidad sabe prender
en los vasos vacíos de la noche.
Y cuando nada quede del naufragio,
haré memoria con los pies
haré memoria donde la ciudad
prenda su cabellera y de su caos
pueda inhalar
la certeza de un puzzle revelado al instante.
Los jóvenes héroes de esta novela intentan entender el mundo que los rodea: Anna y Omeir se encuentran en lados opuestos de las magníficas murallas de Constantinopla durante el asedio de la ciudad en 1453; el idealista Seymour está inmerso en un atentado contra una biblioteca en una pequeña ciudad de Idaho en la actualidad, y, en un futuro no muy lejano, Konstance viaja a bordo de una nave interestelar que se dirige a un nuevo planeta. Todos ellos son soñadores que encuentran fuerza y esperanza en la adversidad... y todos están unidos por un libro escrito en la antigua Grecia que narra un viaje excepcional.
José María Fonollosa no es tanto un poeta marginado por la época como un poeta que decide marginarse de una época con la que no comulga. Cantó a las ciudades que lo conocieron, como si el enjambre de calles fuera el silencioso testigo de su paso por el mundo: Barcelona, La Habana, Nueva York. Y su canto no habla de la agustiniana ciudad de dios, sino del ser humano: del hombre que no encuentra su lugar en el mundo y menos entre otros hombres. Es, en definitiva, la suya una voz libre y cercana, un poeta que dice lo que piensa y que ofrece en sus versos un retrato acerado y valiente de las fobias, las ilusiones y los fracasos del hombre contemporáneo.
En la Nueva Jersey de los años setenta, Joe Zucco y Alexis Machine se disputan el control de las actividades ilícitas de la ciudad. Tiránico y despiadado, Zucco es el capo de un grupo mafioso que emplea a decenas de esbirros. Como Charley Flowers, que vio truncadas sus aspiraciones tras un par de errores, o Harry Strega, joven veterano de Vietnam que ahora lucha para abrirse camino en el mundo del crimen. Todos ellos quieren hacer realidad el sueño americano y convertirse en un nuevo Zucco, sin saber que el camino hacia la cima está sembrado de cadáveres. Publicada originalmente en 1973, e inédita hasta ahora en castellano, Ciudad muerta es un aterrador viaje por las malas calles de Nueva Jersey que dejó huella en autores como Stephen King, Chris Offutt y John Connolly.
La novela gráfica de uno de los mejores guitarristas
Eric Clapton pasa por ser uno de los mejores guitarristas de la historia de la música. Un genio. Pero es también un personaje poliédrico como pocos. En las páginas que siguen vas a conocer la turbulenta vida de «mano lenta»: sus desencuentros con John Mayall o con sus compañeros de la superbanda Cream. Sus intentos de convertirse en algo parecido a sus admirados The Band y de levantarle la mujer a su amigo George Harrison. Sus recurrentes caídas en manos de las drogas y el alcohol. Y su redención. Este es el verdadero Clapton: con sus contradicciones e inseguridades, con sus aciertos y errores.