Miedo multiplicado por dos es igual a terror absoluto. Atado a un asiento de avión en un vuelo más allá del infierno. Atrapado en las profundidades de la peor pesadilla de un escritor. Simplemente, estás en las manos de Stephen King: te dejará tieso con un extraordinario doblete de novelas, garantizando el paro cardíaco a... las dos después de medianoche.
Las edades de Lulú: Sumida todavía en los temores de una infancia carente de afecto, Lulú, una niña de quince años, es seducida por Pablo, el amigo de su hermano mayor por el que desde pequeña siente una rendida fascinación. Después de esta primera experiencia, Lulú, niña eterna, acepta el desafío de prolongar indefinidamente, en su peculiar relación sexual, el juego amoroso de la iniciación y el sometimiento. Pero el sortilegio se rompe cuando Lulú, ya con treinta años, se precipita, indefensa pero febrilmente, en el infierno de los deseos peligrosos.
En un país cuyo nombre no será mencionado, se produce algo nunca visto: la muerte decide suspender su trabajo letal, la gente deja de morir. La euforia colectiva se desata, pero muy pronto dará paso a la desesperación y al caos, a conciencias corrompidas por acuerdos entre caballeros, explícitos o tácitos, entre el poder político, las mafias y las familias, pues si es cierto que las personas ya no mueren, eso no significa que el tiempo se haya parado. El destino de los humanos será una vejez eterna donde los ancianos son detestados por haberse convertido en estorbos inamovibles. Hasta el día en que la muerte dedice regresar.
A las mujeres que protagonizan estos relatos el mundo les había reservado una felicidad circunscrita a las paredes de su casa. Pero más allá de la dedicación a su marido, la cocina y los niños, siguen latiendo sus singulares personalidades y, llegado el momento, reconocerán la señal reservada para que cada una de ellas dé un giro a su vida. Una se enamora del mar y se marcha en su busca, otra pare en el hospital y abandona al marido enamorado de la doctora...
La inteligencia y la complicidad que irradia la prosa de Ángeles Mastretta convierten estas historias minúsculas en adictivas narraciones de magistral sencillez. Con un millón de lectores, Mujeres de ojos grandes constituye una de las muestras más personales y creativas de la literatura actual escrita en español.
Las pequeñas memorias, una joya literaria que recupera recuerdos de infancia y adolescencia de José Saramago. «Me interesa conocer mi relación con ese niño que fui. Ese niño que está en mí, siempre lo ha estado y siempre lo estará. Un adulto escribe memorias de adulto, acaso para decir: "Miren que importante soy". He hecho memorias de niño y me he sentido niño haciéndolas; quería que los lectores supieran de dónde salió el hombre que soy. Así que me centré en unos años, de los cuatro a los quince.» José Saramago Con un estilo sencillo y desnudo, Saramago describe los hechos, grandes y pequeños, que nunca, desde aquellos tiernos años, lograron desvanecerse en el tejido del recuerdo. De todos ellos, los más vívidos serán aquellos que acompañaron el despertar de su vocación de escritor: las largas horas pasadas en la encrucijada de los ríos que bañaban las tierras de cultivo de la aldea, las carreras entre los olivares, la contemplación del atardecer, la luna más luminosa que jamás alcanzara a ver mientras conducía los cerdos a la feria junto con su tío Manuel, la felicidad de acabar la tarea encomendada por su abuelo bajo una lluvia torrencial, la magia de los cines de barrio de Lisboa, la contemplación del cielo estrellado junto a su abuela en el ocaso de su vida, el arraigo a la tierra, la soledad meditabunda del adolescente...