Me llamo Eric Zimmerman y soy un poderoso empresario alemán. Me caracterizo por ser un hombre frío e impersonal, que disfruta del sexo sin amor y sin compromiso. En uno de mis viajes a España para visitar una de mis delegaciones conocí a una joven llamada Judith Flores. Ella me hizo reír, me hizo cantar, me hizo incluso bailar, y yo no estaba acostumbrado a eso. Cuando me di cuenta de que sentía más de lo que debía, me alejé de ella, pero regresé, pues esa mujer me atraía como un imán. A partir de ese momento comenzamos una relación plagada de fantasía y erotismo, en la que disfruté enseñando a Judith a gozar del sexo de una manera que ella nunca había imaginado. Y tú, ¿te atreves a descubrir el lado sumiso, dominante y voyeur que todos llevamos dentro?
Tras una boda y un viaje de novios de ensueño, mi vida con Judith comienza a normalizarse. Durante el día, mientras trabajo en mi empresa, mi maravillosa esposa sigue en sus trece de llevarme la contraria en todo lo que puede y más. A pesar de lo mucho que nos amamos, somos especialistas en enfadarnos y en reconciliarnos siempre? Pero un día llega a mis oídos un malicioso comentario contra ella que me hará perder la confianza en mi pequeña. Días liosos. Noches en vela. Discusiones. Problemas, muchos problemas. Por suerte, mi morenita me hace entrar en razón y me doy cuenta de lo tonto y cuadriculado, por no decir gilipollas, que soy, y una vez solucionado todo me suelta el bombazo: ¡voy a ser padre! Si mi vida ya había dado un giro de ciento ochenta grados al conocer a Judith, no me quiero ni imaginar cuánto volverá a cambiar cuando nazca nuestro bebé.
La familia, la infancia, los años de formación durante el fascismo en Italia, los amigos de adolescencia, las lecturas, la timidez, la pasión por la montaña. Luego la guerra, el regreso a casa y una vida dedicada a su oficio de químico. Tras casi treinta años enterrada, sale a la luz esta emocionante conversación que Primo Levi sostuvo con Giovanni Tesio en 1987, con el objetivo de realizar, con su resultado, una biografía autorizada.
Las preguntas de Tesio, a las que Levi responde con una disponibilidad prudente, pero en ocasiones también muy explícita, dejan transpirar su ser más íntimo. Y nos regalan un diálogo intenso que corre sobre el filo de la memoria, cargado de vida y de historia; un diálogo que se interrumpe justo antes de llegar a la deportación a Auschwitz, por la muerte de Levi en abril de ese mismo año.
Publicada por primera vez en 1950, cuando la electrónica digital estaba en su infancia, Yo, robot resultó visionaria. Su influencia, de hecho, fue enorme, y no sólo en toda la ciencia ficción posterior, sino también en la propia ciencia de la robótica. Aquí formuló Asimov por primera vez las tres leyes fundamentales de la robótica, de las que se valdría para plantear interrogantes que se adentran en el campo de la ética y de la psicología: ¿qué diferencia hay entre un robot inteligente y un ser humano?, ¿puede el creador de un robot predecir su comportamiento?, y ¿debe la lógica determinar lo que es mejor para la humanidad? A través de una serie de historias conectadas entre sí por el personaje de la robopsicóloga Susan Calvin, en las que aparecen todo tipo de máquinas inteligentes –robots que leen el pensamiento, robots que se vuelven locos, robots con sentido del humor o robots políticos–, Asimov inventa unos robots cada vez más perfectos, que llegan a convertirse en un desafío para sus creadores. Con todo, Yo, robot es uno de los pocos títulos de ciencia ficción que han superado con amplitud el círculo de lectores especialmente aficionados, entre los que a menudo se considera una obra cumbre.
Maryse Condé adopta la voz de la mística Tituba, la esclava negra que fue juzgada en los famosos procesos por brujería que tuvieron lugar en la ciudad de Salem a finales del siglo XVII. Producto de una violación a bordo de un barco negrero, Tituba fue iniciada en las artes mágicas por una curandera de la isla de Barbados. Incapaz de sustraerse a la influencia de los hombres de baja moral, será vendida a un pastor obsesionado por Satán y acabará recalando en la pequeña comunidad puritana de Salem, en Massachussets. Allí será juzgada y encarcelada, acusada de haber embrujado a las hijas de su amo. Maryse Condé la rehabilita, la arranca del olvido al que había sido condenada y, finalmente, la devuelve a su país natal en la época de los negros cimarrones y las primeras revueltas de esclavos.
La narración en primera persona de una crisis depresiva. Un libro deslumbrante que rompe moldes y corsés de género. Un nuevo hito de Carrère.
Quede claro para posibles lectores despistados que este no es un manual práctico sobre yoga, ni tampoco un bienintencionado libro de autoayuda. Es la narración en primera persona y sin ningún tipo de tapujo de la profunda depresión con tendencias suicidas que llevó al autor a ser hospitalizado, diagnosticado de trastorno bipolar y tratado durante cuatro meses. Es asimismo un libro sobre una crisis de pareja, sobre la ruptura afectiva y sus consecuencias. Y sobre el terrorismo islamista y el drama de los refugiados. Y sí, en cierto modo también sobre el yoga, que el escritor practica desde hace veinte años.
El lector tiene en sus manos un texto de Emmanuel Carrère sobre Emmanuel Carrère escrito a la manera de Emmanuel Carrère. Es decir, sin reglas, lanzándose al vacío sin red. Hace tiempo que el autor decidió dejar atrás la ficción y el corsé de los géneros. Y en esta obra, deslumbrante y a la vez desgarradora, se entrecruzan la autobiografía, el ensayo y la crónica periodística. Carrère habla sobre sí mismo y da un paso más en su exploración de los límites de lo literario.
El resultado es una descarnada expresión de las flaquezas y los tormentos humanos, una inmersión en los abismos personales a través de la escritura. El libro, que ha generado polémica ya antes de su publicación, no deja a nadie indiferente.