Los años 50 retratados por Richard Yates tienen demasiados parentescos con los tiempos que vivimos. El aislamiento que nace de la comodidad. La incomunicación que produce la falta de sentimientos sinceros. La pérdida, muchas veces inconsciente, de valores, que en algún momento parecían fundamentales.
Brillantes, bellos y confundidos, Frank y April Wheeler tratan de sostener sus ideas incluso contra sí mismos y sus debilidades. Yates los examina con una lucidez que tiene mucho de tristeza en esta magnífica novela: una indagación profunda y conmovedora sobre lo que las personas dejan que la sociedad haga con ellas.
Interesado desde antiguo por la milenaria cultura persa, José Tudela Aranda pudo cumplir en julio de 2012 su sueño de viajar a Irán, un país lleno de contradicciones que sigue proyectando su orgullosa singularidad en el conjunto del mundo islámico. Surgido de las notas tomadas entonces, este libro nace del impulso de explicar el contraste entre la huella de un pasado esplendoroso, visible en sus tradiciones y monumentos, pero también en múltiples aspectos de la vida cotidiana, y los rigores de la teocracia que gobierna la república surgida de la Revolución de los ayatolás. Al margen de las simplificaciones y los tópicos, debidos en muchos casos a la ignorancia, el recorrido muestra una realidad colorida que sorprende en los azulejos y las vidrieras de mezquitas y palacios y tiene su reflejo en las reprimidas aspiraciones de la sociedad, sometida a una dictadura que fue también en parte producto de los errores de Occidente.
Poética, erudita y a la vez ácidamente humorística, la narración que Robert Byron traza de su peregrinaje a través de Persia y Afganistán en los años treinta, en busca de los orígenes de la arquitectura islámica, es una obra maestra en su género. El libro de viajes más influyente en la mejor edición posible. Una edición (fotografías, mapas, cartas) que es un regalo a quienes osan seguir viajando hoy, libres de prejuicios, por el mundo wifi del siglo XXI.
«El fin de un viaje es sólo el inicio de otro. Hay que ver lo que no se ha visto, ver otra vez lo que ya se vio. Hay que volver alos pasos ya dados, para repetirlos y para trazar caminos nuevos a su lado. Hay que comenzar de nuevo el viaje. Siempre.El viajero vuelve al camino».
Entre octubre de 1979 y julio de 1980, José Saramago recorrió Portugal en un itinerario que le llevó de Trás-os-Montes al Algarve y desde Lisboa hasta el Alentejo. Este libro, en el que se entremezcla la crónica con la narración y los recuerdos, es el resultado de ese viaje. Saramago se revela en él como un viajero de gran sensibilidad, siempre atento a lo que ven sus ojos, a descifrar la realidad del país y entender también con ello su pasado.
Esta edición especial de Viaje a Portugal, publicada con ocasión del centenario del nacimiento del Nobel portugués, incluye, por primera vez, todas las fotografías que Saramago realizó durante su viaje —casi todas inéditas— junto con otras del fotógrafo Duarte Belo.
Un anciano se sienta en una habitación, con una única puerta y ventana, una cama, un escritorio y una silla. Cada día despierta sin memoria, sin saber si está encerrado o no. Sobre el escritorio, unas inquietantes fotografías y un manuscrito, la historia de otro prisionero en un mundo alternativo que no reconoce. Anna, una mujer de mediana edad, entra para hablarle de pastillas y tratamiento, pero también de amor y promesas. ¿Quién es este Míster Blank y cuál es su destino? ¿Tendrá tiempo suficiente para dar sentido a las pistas que surgen?
Cuando Akiko Yosano y su esposo recibieron la oferta de la Compañía del Ferrocarril del Sur de Manchuria para realizar un viaje por el noreste de Asia, dudaron inicialmente porque los últimos años de la década de 1920 fueron un punto álgido para las relaciones chino-japonesas debido a la expansión civil y militar japonesa en Manchuria y el norte de China. Sin embargo, ambos lograron enfrascarse en un largo viaje por esta zona, recogiendo testimonios de los pueblos y lugares donde se detenían durante su travesía. En Viajes por Manchuria y Mongolia, Akiko Yosano ofrece, además, descripciones maravillosas y detalladas de las montañas, templos y santuarios, de la belleza natural de las ciudades y calles de una China misteriosa. El testimonio de Yosano permite entender la indiferencia de los japoneses hacia la cultura china, pues son incapaces de comprenderla porque no la han vivido ni visto de cerca; por eso, ella busca experimentar por sí misma esta realidad extranjera. Así, en su narración, los chinos aparecen como un pueblo extremadamente trabajador, que sufre bajo grandes presiones y desunión interna. China se presenta como un país de gran belleza natural, que el tiempo y el expolio humano no han arruinado del todo.