Ser la segunda hija en el país de la política del hijo único es todo un desafío. Hoy Karoline Kan es una milenial ambiciosa que lucha por su carrera profesional y su vida personal en una época de cambios sociales vertiginosos y que descubre las raíces de su propia historia en la China de las generaciones anteriores. Kan relata las apasionantes historias de su abuela, que pugnó por ayudar a su familia a superar la gran hambruna; las de su madre, que llevó en secreto su segundo embarazo, y las de su prima, una operaria industrial que subsiste con un salario de menos de un euro por hora.
Cuando Rebeca dejó la colonia Monte Laurel pensó que también dejaba atrás lo peor de su adolescencia: el sobrepeso, el bullying, el recuerdo de su madre fallecida. Ahora, cuatro años más tarde, no puede creer que tenga que regresar al lugar en el que tanto daño le hicieron y verse obligada a participar en el juego que su hermano y dos chavales más han construido en el instituto: un inocente pasaje del terror de resultados, sin embargo, inexplicables. Quienes lo han probado ya no han vuelto a salir. Nadie sabe qué pasa tras aquella puerta, pero todos los vecinos quieren confirmar el rumor que se ha extendido por toda la colonia: el pasaje sabe algo de todos ellos, de cada vecino, incluso lo ya olvidado, aquello que fue enterrado bajo el barro para que nunca más volviese a emerger a la superficie.
Bajo el bosque lácteo es un guión radiofónico que Dylan Thomas dejó sin finalizar. El subtítulo, 'Comedia de voces', hace justicia a este alucinado contrapunto que rehíla una obra cuyos personajes proceden de no sabemos que mundos, en cualquier caso ingrávidos y muy lejanos. Llegan envueltos en un silencio amniótico, sólo interrumpido por las sorprendentes apariciones de los habitantes de un pueblo imaginario llamado Llareggub, que Thomas convierte en real para todo aquel que adivine en la literatura un país donde la vida es posible.
Geoffrey Firmin, excónsul británico en México, se ha instalado en Quauhnáhuac, a la vera del famoso volcán, sin otra intención que dar rienda suelta a su alcoholismo.
En la jornada más fatídica de su vida, que no por azar coincide con el día de los muertos, su mujer llega a la ciudad para tratar de rescatarlo y salvar su matrimonio. Sin embargo, este própósito choca con la presencia de quienes ayudan sin saberlo a Firmin en su adicción.
Contra un trasfondo a la vez festivo y siniestro, los asuntos del día se van encaminando poco a poco hacia un final inevitable, mientras se perfila un retrato no solo de un hombre volcado en la autodestrucción, sino de toda una generación fascinada con la muerte.
En 1937, Mitxel deja Guernica para unirse al Ejército de Euskadi en la defensa de Bilbao. Poco sabe de una guerra que lo dejará sin madre, sin hermano y sin casa, y que guiará sus pasos hasta Mora de Toledo.
Allí María es la única superviviente de su familia. Nunca olvidará al joven miliciano que le arrancó a su hermano de los brazos. Desde 1937 hasta 1977, de la Guerra Civil a las elecciones generales tras el franquismo, las vidas de Mitxel y María se van entrelazando mientras recorren, sin conseguir olvidar sus pérdidas, su dolor, la historia de un país marcado por un conflicto que todos, de una u otra manera, acabaron perdiendo.
Radio España Independiente, la emisora del PCE en el exilio y la ciudad de Bucarest también serán testigos del dramático acontecer de los dos protagonistas durante la Guerra Fría y el gobierno de Nicolae Ceausescu, cuya policía política, la Securitate, provocará un imprevisto desenlace.
Acabada la Segunda Guerra Mundial, las mujeres y los niños alemanes de Prusia Oriental quedaron abandonados a su suerte ante el avance victorioso del Ejército Rojo. En medio de aquel terrible invierno, las mujeres trataron de ayudarse entre sí, mientras algunos niños se atrevieron a cruzar los bosques y la frontera para alcanzar Lituania y, una vez allí, pedir comida o trabajo a los granjeros y traer de vuelta lo que consiguieran. Esos niños conocieron la crueldad, la violencia, pero también la amabilidad y solidaridad, incluso el heroísmo. A esos niños los llamaron «los niños-lobo».