Georg Heym (1887-1912) forma parte de la llamada primera etapa del Expresionismo alemán (1910-1914). A pesar de su muerte prematura con solo veinticuatro años, Heym ocupa un lugar destacado entre los grandes nombres de la literatura expresionista como Gottfried Benn, Georg Trakl o Else Lasker-Schüler. Umbra vitae, publicado de manera póstuma el mismo año de su muerte, es la obra que lo consagra. Los poemas de este libro, más maduro y osado que El día eterno (1911), recogen una atmósfera de amenaza y peligro que se agazapa en la sombra, envolviendo al poeta y revelándole como en sueños, profeticamente, los tormentos de la guerra, el sufrimiento y la aniquilación del ser humano, y su propio final. Umbra vitae no tardó en despertar el interes del artista Ernst Ludwig Kirchner, quien realizó una serie de grabados en madera para la reedición del libro en 1924.
Cuando Flora MacKenzie abandonó su carrera en Londres para regresar a la remota isla escocesa de Mure, no podía imaginar que Joel, su jefe, la seguiría. Ahora Flora no sólo ha recuperado la relación con su familia, sino que ha abierto una cafetería al lado del mar. Pero la lejanía de Joel, que trabaja temporalmente en Nueva York, está afectando a su relación.
Mientras las frías noches de invierno dan paso a los largos días de verano, ¿podrá Flora reencontrar su felicidad con Joel?
Hay un rincón en los bosques de Nueva Inglaterra que sigue viviendo en el siglo XIX. Es el pueblo puritano de Watermill. Valentina, una joven española, irá a trabajar allí como personaje de época, mostrando a los turistas los antiguos oficios.
Pero nada la había preparado para la atracción que iba a sentir por Jonathan Van Tassel, el futuro heredero de esas tierras. Los encuentros con él, en ese mundo anclado en el Romanticismo, irán cobrando cada vez más fuerza sobre su presente en la ciudad.
Sin darse cuenta, se verá envuelta en una trama de traiciones, celos y peligros muy reales que la llevarán a dudar de todo. ¿Cogerá la vida por las riendas? Quizá.
París, 1940. En plena ocupación alemana, el arte, la cultura y el jazz se han convertido en actos de desafío. También lo es el romance prohibido entre Annette Zelman, una judía estudiante de Bellas Artes, y el joven poeta católico Jean Jausion, tras conocerse en el famoso Café de Flore, entre cuyos clientes desfilan personajes como Simone de Beauvoir, Jean-Paul Sartre, Pablo Picasso o Django Reinhardt.
Durante un tiempo, Annette y Jean creen eludir a los nazis, así como la vigilancia y las amenazas de sus familias, pero el destino juega en su contra. Una impresionante historia real de belleza, arte y liberación contra los horrores del Holocausto, en la que el poder transformador del amor resuena como un poema de devoción eterna.
Si Romeo y Julieta hubieran vivido en el París ocupado por los nazis, se habrían llamado Jean y Annette.
Aitana tiene las cosas claras, los pies en la tierra y una meta muy precisa: su carrera. No cree en el amor a primera vista y ni siquiera entra en sus planes enamorarse. Por eso no entiende cómo unos cimientos fuertes pueden tambalearse tan rápido cuando reaparece en su vida el maldito Daniel con una aplastante seguridad en sí mismo y bastantes ganas de sacarla de sus casillas. Y es que, por mucho que recurra a su leal Aquelarre, su grupo de amigas de la infancia, e intente con empeño alejarse de él, la atracción por ese peligro hecho hombre será irresistible.
El día en que nacieron sus dos hijos, Anthony Doerr supo tambien que había sido galardonado con el Premio Roma, una de las más prestigiosas distinciones otorgadas por la Academia Americana de las Artes y las Letras.
Gracias a su dotación, Doerr pudo vivir en la capital italiana con su recien acrecida familia durante un año. A lo largo de este tiempo, Doerr leyó a Plinio, a Dante, a Keats; visitó las calles y plazas más bellas del mundo, y asistió al mayor funeral de la historia, el del papa Juan Pablo II. Y todo ello mientras aprendía, entre biberones, pañales y noches en vela, los secretos de la paternidad.
Libro de memorias, por supuesto, pero tambien de viajes, de arte, y casi una novela, Un año en Roma es el fruto de las experiencias de su autor en la Ciudad Eterna, en las que lo íntimo y lo deslumbrante se funden por medio de la palabra.
¿Es la tristeza, la devastación íntima, lo que nos da la medida de nuestro amor cuando perdemos al ser amado? ¿O será tal vez la intimidad de la convalecencia una extraña forma de ternura, el último asidero de la felicidad compartida?
Un año y tres meses reúne los poemas escritos por Luis García Montero a raíz de la pérdida de su mujer, Almudena Grandes. Son poemas que evocan con delicadeza y emoción contenida a veces, desatada otras, la enfermedad y la convalecencia de ella, la vivencia y la emoción de lo vivido.
Susan Ryeland ha sido durante años la editora del excéntrico escritor superventas Alan Conway. Los lectores adoran al protagonista de su serie más famosa, el detective Atticus Pünd, que se dedica a resolver crímenes en la década de los cincuenta por pueblecitos ingleses aparentemente tranquilos.
Sin embargo, la última novela que ha entregado Conway, y a la que le faltan los últimos capítulos, no es como las demás y está a punto de cambiar la vida de Susan. Aunque en la narración hay cadáveres y una interesante lista de sospechosos, entre las páginas del manuscrito se esconde otra historia: una trama que se entrelaza con la vida real en la que los celos, las envidias, las ambiciones despiadadas y los asesinatos superan con creces a la ficción.
El autor de El psicoanalista y La historia del loco nos trae otra escalofriante y trepidante novela de suspense psicológico.
Megan y Duncan Richards han recorrido un largo camino desde 1968 y su pasado radical. Él trabaja en un banco; ella en el sector inmobiliario. Tienen dos hijas adolescentes y un hijo pequeño. Pero el pasado no los ha olvidado.
Desde su celda de la prisión, la bella y despiadada terrorista Tanya, con quien los Richards estuvieron implicados en 1968, planea vengarse de la pareja, a la que culpa de su captura. Pronto saldrá de la cárcel.
Y comenzará a resolver un asunto pendiente, comenzando por el hijo de los Richards...