Urko Pínaga regresa del exilio para asistir al entierro de su tía Flora, con la que vivió antes de marcharse a Inglaterra, como tantos niños vascos. Urko se encuentra con un Getxo diferente al que conoció, pero sobre todo con una casa, la de la tía, que ahora se le presenta como un lugar misterioso cargado de repente de secretos. ¿Por qué tiene un aviso de derribo por parte de las autoridades? ¿Por qué su prima Regina se comporta de un modo tan extraño? ¿Mantuvo Flora a escondidas alguna relación que no le confesó a su sobrino? ¿Ha fallecido de muerte natural? El contraste entre lo que Flora le contaba por carta y lo que Urko se encuentra alimenta las sospechas en torno a una mujer a la que en realidad el protagonista quizá desconocía por completo.
En medio de la convulsa realidad colombiana de los años noventa, una joven actriz viaja a España como parte de un nuevo proyecto. Su matrimonio ha fracasado, y aún herida por su mediático divorcio, se niega a regresar a su país.
La excusa perfecta para alargar su estancia en Madrid será un curso de actuación, pero su nueva condición de soledad desatará una crisis de ansiedad por todo aquello que cree estar dejando atrás.
Una noche suena el teléfono y del otro lado de la línea aparece la voz de alguien que dice estar loco por ella. Las llamadas del misterioso hombre del teléfono se irán haciendo cada vez más frecuentes, hasta crear un vínculo que cuestionará los límites de la inteligencia y de la belleza.
Con una valentía admirable, Margarita Rosa de Francisco ha conseguido narrar la poderosa historia de una mujer que habla sin tapujos sobre la construcción de su identidad y sobre el cruce de caminos con uno de los personajes más fascinantes de la Historia de Colombia.
Una muerte en el metro de Londres, una enigmática nota, un barco y unos diamantes son las piezas de un misterioso rompecabezas que solo la hija de un arqueólogo podrá recomponer. Descubre una de las novelas más icónicas de la Gran Dama del misterio en el centenario de su publicación.
Anne Beddingfeld, hija de un eminente antropólogo que acaba de fallecer, es una joven en busca de aventuras. Estas, para su sorpresa, no tardan en llegar: en la estación de metro Hyde Park Corner de Londres es testigo de la muerte de la caída de un hombre a las vías. Un misterioso individuo de traje marrón, que asegura ser médico, examina el cuerpo y, tras confirmar que el hombre ha fallecido, desaparece entre la multitud dejando caer una nota con las misteriosas palabras «Kilmorden Castle». Al día siguiente, en el mismo barrio, una mujer desconocida aparece asesinada y Anne empieza a sospechar que ambos sucesos están relacionados. El misterio está servido.
El Hombre en el Castillo nos sumerge en un mundo alternativo en el cual el Eje ha derrotado a los Aliados en la Segunda Guerra Mundial y los Estados Unidos han sido invadidos y divididos entre los vencedores. Mientras los nazis se han anexionado la costa atlántica, donde han instaurado un régimen de terror, la costa pacífica permanece en manos japonesas. En esta América invadida, los nativos son ciudadanos de segunda clase a pesar de que su cultura es admirada por los vencedores, hasta el punto de que uno de los mejores negocios es la venta de auténticas antigüedades americanas, como relojes de Mickey Mouse o chapas de Coca-Cola.
El hombre hembra, una de las obras más influyentes de la literatura feminista, fue escrita en 1970 y, lejos de perder vigencia, sigue siendo absolutamente pertinente en la actualidad. Con ella, la escritora Joanna Russ reivindicaba que la ciencia ficción ya estaba lista para proporcionar nuevos mitos literarios en un género dominado por hombres, y que podía ayudar a liberar a las mujeres.
Hoy, esta historia ambientada en un planeta para mujeres se lee como una novela de viajes entre distintas realidades protagonizada por cuatro versiones de una misma mujer, en distintos momentos y con un mismo denominador común: la desigualdad que sufren todas ellas, cada una en uno de esos cuatro mundos paralelos. La obra es, además, un poderoso ensayo que denuncia la discriminación y el ninguneo que sufre el género femenino.
Annie Ernaux cuenta en estas páginas la relación que mantuvo con un hombre más joven que ella. Una experiencia que la hizo volver a ser, durante varios meses, la «chica escandalosa» de su juventud. Un viaje en el tiempo que le permitió atravesar una etapa decisiva en su escritura.
«A menudo he hecho el amor para obligarme a escribir. Quería encontrar en el cansancio, en el desamparo que le siguen, razones para no aguardar ya nada de la vida. Tenía la esperanza de que el final de la expectativa más imperiosa, la del orgasmo, me hiciera sentir la certeza de que no había goce superior al de la escritura de un libro. Quizá ese deseo de desencadenar la escritura del libro fue el que me condujo a llevar a A. a mi casa a tomar una copa después de cenar en un restaurante donde, por timidez, había permanecido prácticamente mudo. Era casi treinta años más joven que yo.»