Hace once meses, Roxy y el agente Reece Anders tuvieron un rollo de una noche. Ella lleva enamorada de él desde los quince años, y él desearía que la noche que compartieron jamás hubiera sucedido. Por eso, aunque Roxy renuncia para siempre a Reece, el pasado y el futuro se entrelazan y la obligan a confiar en el único hombre que le ha roto el corazón no una, sino dos veces.
Cuando Roxy comienza a recibir amenazas anónimas, asume que el culpable es un viejo enemigo. Sin embargo, Reece no está seguro. Las amenazas son demasiado personales y, aunque sabe que ella no le creería, no está dispuesto a permitir que nadie le haga daño. Pase lo que pase.
El 26 de octubre de 1949 el reportero Gabriel García Márquez fue enviado al antiguo convento de Santa Clara, que iba a ser demolido para edificar sobre él un hotel de cinco estrellas, a presenciar el vaciado de las criptas funerarias y a cubrir la noticia. Se exhumaron los restos de un virrey del Perú y su amante secreta, un obispo, varias abadesas, un bachiller de artes y una marquesa. Pero la sorpresa saltó al destapar la tercera hornacina del altar mayor: se desparramó una cabellera de color cobre, de veintidós metros y once centímetros de largo, perteneciente a una niña. En la lápida a penas se leía el hombre: Sierva María de Todos los Ángeles.
«Mi abuela me contaba de niño la leyenda de una marquesita de doce años cuya cabellera le arrastraba como una cola de novia, que había muerto del mal de rabia por el mordisco de un perro, y era venerada en los pueblos del Caribe por sus muchos milagros. La idea de que esa tumba pudiera ser la suya fue mi noticia de aquel día, y el origen de este libro.»
Los dos libros de viajes reunidos en este volumen están escritos en la estela del éxito obtenido por Cela con Viaje a la Alcarria (1948). Los dos tienen un origen común: el viaje que, por encargo del diario Pueblo, realizó el autor en el verano de 1948 por buena parte de España.
A partir de las crónicas redactadas para la ocasión, Cela armaría, años después, Del Miño al Bidasoa (1952) y, en estricta continuidad, Primer viaje andaluz (1959), con los que confirmaría su maestría en un género en el que reflejó su amor al vagabundaje y su personalísima visión de las gentes y las tierras de su país.
Una apasionada y astuta comedia romántica queer sobre atreverse a arriesgar y aceptar el amor con todas sus complicaciones. Delilah Green juró no volver a Bright Falls, donde no le quedan más que recuerdos de su solitaria infancia en la que era poco más que una carga para su fría y distante madrastra. Su vida está en Nueva York, donde su carrera como fotógrafa está tomando impulso y su cama nunca está vacía. De acuerdo, la acompaña cada noche una mujer distinta, pero ya está bien así. Cuando su hermanastra Astrid la presiona con un sutil sentimiento de culpa y un talonario de cinco cifras para ser la fotógrafa de su boda, a Delilah no le queda otro remedio que volver al pueblo al que una vez llamó hogar. Su plan es llegar y marcharse en cuanto pueda pero entonces ve a Claire Sutherland, una de las mejores amigas de Astrid, y decide que, después de todo, quizá sí haya algo divertido que hacer en Bright Falls. Claire Sutherland es madre de una hija de once años a la que ha criado prácticamente sola, tiene que aguantar a su desastroso ex y es la encargada de una librería, así que su vida no tiene espacio para sorpresas. Y Delilah Green es una sorpresa muy poco bienvenida al principio. Aunque se conocen desde hace años, no se conocen, por lo que a Claire la inquieta que Delilah sepa exactamente qué es lo que la hace saltar. Cuando se ven envueltas en el torbellino de preparativos para la boda, incluyendo una artimaña para salvar a Astrid de su horrible prometido, Claire comienza a dudar de su capacidad para resistirse a los encantos de Delilah. Y lo que es peor: empieza a pensar que tampoco quiere hacerlo.
CREÍAS QUE YA NO SE PODÍA IR MÁS LEJOS EN EL THRILLER. TE EQUIVOCABAS. CARME CHAPARRO HA VUELTO A ROMPER LOS LÍMITES.
El primer ser humano revienta contra el asfalto a las diez y cuarenta y dos minutos de la noche del domingo dos de junio. Un hombre que camina al otro lado de la plaza levanta instintivamente la vista. Le da tiempo a ver a varias personas —no sabría decir cuántas, le cuenta luego a la policía— en los alféizares de las ventanas de un rascacielos. Y de repente, antes incluso de que pueda asombrarse por lo que está pasando, todas ellas saltan a la vez.
Saltan a la vez y estallan contra el suelo casi al mismo tiempo.
Y, de nuevo, ese ruido indescriptible. Aunque mucho más intenso.
Esa cálida noche de verano en Madrid diez personas se arrojan al vacío desde diez habitaciones de la planta séptima del hotel que preside la Plaza de España. Ninguna de ellas se había registrado en recepción. No llevan nada que les identifique. Hay una joven que apenas habrá cumplido los treinta años, pero también alguien de más de ochenta. Un cadáver lleva encima ropa por valor de más de seis mil euros. Otro viste con prendas que le había entregado una ONG. Sus mundos nunca se han cruzado. No se conocen. No hay huésped o empleado que recuerde haberlas visto en el hotel, ni objeto personal en las habitaciones desde las que han saltado; aunque sobre la mesilla de noche de la número setecientos dieciséis los investigadores encuentran un par de velas encendidas que parecen rezar a una pequeña virgen a la que iluminan con suavidad. Esa es sólo la primera de las sorpresas.
CREÍAS QUE YA NO SE PODÍA IR MÁS LEJOS EN EL THRILLER. TE EQUIVOCABAS. CARME CHAPARRO HA VUELTO A ROMPER LOS LÍMITES.
En una cálida noche de junio, diez personas se precipitan a la vez desde sus habitaciones de la séptima planta de uno de los hoteles más emblemáticos de Madrid.
No se conocen. Sus mundos nunca se han cruzado. Solo el huésped de la 716 se atreve a dejar una pista. Tras este arranque de impacto, el lector entrará en una historia trepidante que le mantendrá en vilo de la mano de Santi Munárriz, el forense más carismático, rebelde y asocial del Instituto de Medicina Legal, y Berta Gigliani, una periodista de éxito que reaparece tras haberse desvanecido sin dejar rastro once años atrás.