Vidas rebeldes: En los crudos alrededores de Reno, la «capital mundial del divorcio», confluyen cuatro almas perdidas: la bella Roslyn, que nunca se ha sentido verdaderamente parte de nada ni de nadie, y tres hombres desarraigados que vagan por aquellas tierras subsistiendo con el poco dinero que obtienen de participar en rodeos o cazar caballos salvajes. A lo largo de esta intensa y emocionante historia, los cuatro descubrirán que la libertad tiene su precio, y el corazón, sus leyes. Vidas rebeldes es la novela que Arthur Miller escribió para guiar a la cámara y que más tarde llevó a la gran pantalla en un filme protagonizado por Marilyn Monroe. El resultado es un género de difícil clasificación, que prefigura perfectamente la película al tiempo que ofrece la intensidad narrativa que sólo puede salir de la pluma de un escritor.
Recuperamos la novela ganadora del Premio Nadal 1950 que narra la vida de Marcela en un Pazo de la Galicia más rural «Quiroga fue una novelista sin lastres, con un enfoque insólito comparable a Flush de Virginia Woolf o Nada de Carmen Laforet». El Cultura Un mundo de sentimientos, en el que lo popular y la pasión son mecidos por la fuerza grácil del intenso viento, el otro protagonista de la novela. Premio Nadal en el año 1950 de la autora Elena Quiroga, primera novelista en ingresar en la RAE. De una narrativa rompedora, Viento del Norte aborda temas tan complejos como la incomunicación y la contradicción en el juego tortuoso del amor. A través de la vida de Marcela, una chica a la que la gente desprecia por ser fruto de una relación extramatrimonial, recorremos el mundo rural gallego con sus personajes aislados y víctimas de la sociedad de aquel momento. Asistimos a una una relación desigual pero no por la manida diferencia de clase sino precisamente -y éste es un acierto de Quiroga- por la falta de correspondencia de Marcela, que sitúa un veterano aristócrata en una posición de inferioridad. Además, nuevos acontecimientos darán un inesperado giro a la trama. Se trata, en suma, de una novela muy estimable en la que brilla la prosa lírica de la autora, hoy injustamente poco recordada.
Dalinar Kholin desafió al malvado dios Odium a un duelo de campeones en el que se decidirá el futuro de Roshar. Los Caballeros Radiantes solo tienen diez días para prepararse... y la repentina ascensión del taimado e implacable Taravangian al puesto de Odium lo ha sumido todo en una tremenda confusión.
La lucha desesperada prosigue simultáneamente a lo largo y ancho del mundo: Adolin en Azimir, Sigzil y Venli en las Llanuras Quebradas y Jasnah en Ciudad Thaylen. El exasesino Seth deberá purgar Shinovar, su tierra natal, de la oscura influencia de los Deshechos. Lo acompaña Kaladin, que afronta una nueva batalla ayudando a Seth a combatir sus propios demonios... y tendrá que hacer lo mismo con Ishar, el demente Heraldo del Todopoderoso.
En los infernales días de la primavera cubana en que llegan los vientos calientes del sur, coincidiendo con la Cuaresma, al teniente Mario Conde, que acaba de conocer a Karina, una mujer bella y deslumbrante, aficionada al jazz y al saxo, le encargan una delicada investigación. Una joven profesora de química del mismo preuniversitario donde años atrás estudió Conde ha sido asesinada en su apartamento, en el que aparecen además restos de marihuana. Así, al investigar la vida de la profesora, de impoluto expediente académico y político,
Conde entra en un mundo en descomposición, donde el arribismo, el tráfico de influencias, el consumo de drogas y el fraude revelan el lado oscuro de la sociedad cubana contemporánea.
Villa Melania es una absorbente saga familiar que evoca otra era de forma realmente bella. Algunas puertas están cerradas por alguna poderosa razón.
«Es posible que todos estemos algo resquebrajados por dentro, que nadie conserve intacta la luna del espejo en el que nos contemplábamos siendo niños.»
En Villa Melania hay una habitación llena de espejos rotos y de recuerdos trágicos. En la mansión señorial de los Lanuza Vega, con su prado de caléndulas y su anciana jacaranda, se pasean los fantasmas de varias vidas truncadas en la noche de la víspera de Reyes de 1966, cuyo eco resonará de manera ensordecedora ese mismo día en 2019. El retrato de Melania, la hermosa y dañada Melania, sigue presidiendo la casa tantos años después. Sus pasos se escuchan sobre tarimas y escaleras; buscan a esa persona capaz de oír a los objetos contar sus historias. Esas historias que ni las hermanas ni el buen cuñado de Melania quieren contar; esas historias que Camila, su sobrina nieta, descubrirá demasiado tarde; esas historias que solo Cloe, la hermana de Camila, sabrá atender y comprender.
Muerte, melancolía, enfermedad, pero también celos, envidia, dolor y miedo acechan desde esos espejos rotos en los que se refleja lo que fueron y lo que son quienes alguna vez vivieron en esa casa. Solo existe una manera de arreglar las lunas y las vidas quebradas: hablar, porque «al callar enterramos a nuestros muertos un poco más hondo».
Un viaje alrededor de la misteriosa figura de M.K. Ciurlionis, pintor y músico que influyó profundamente en la cultura lituana moderna.
«Me perdí en el centro de la ciudad, hice una foto a un restaurante chino llamado Hongkongas, pasé tres veces por delante de un parque cada vez más oscuro donde vociferaban los estorninos. Traté de hacer un vídeo del árbol desde el que chillaban su canción vespertina, pero lo que me salió no transmitía la potencia del atardecer urbanita, con todas sus posibilidades, su entusiasmo y su caos. Me vino entonces la idea de que el artista verdadero toma un detalle, en este mundo infinito no hay más remedio que discriminar, pero en el detalle late todo lo que está fuera del encuadre, el propio encuadre genera un mundo verdadero, armonioso y completo alrededor. Se estaba haciendo demasiado de noche. Borré el vídeo fallido, me pregunté si es imposible transmitir a los demás intactas las sensaciones que nos asaltan, sentí un repentino y grandísimo deseo de vivir, cené en un restaurante vagamente japonés y me fui a dormir a un bed&breakfast al fondo de un callejo. Todas las camas del mundo son mi cama, apunté en el cuaderno.»