En el invierno de 1930, llegan al barrio rural de Las Casetas Joaquina y su marido, un clarinetista de la banda de Zaragoza, sastre de profesión, llamado Mariano. Ha sido contratado para hacerse cargo de la exigua banda municipal de esa localidad de gente trabajadora, mayormente agricultores sin formación. Enseguida conoce a los que han de ser los miembros de su banda: campesinos con los dedos deformes y las uñas negras sin ningún sentido musical. Pero nadie parece querer ponerselo fácil, ni siquiera funciona la pequeña sastrería que abre y es Joaquina la que debe trabajar en un horno de pan y vendiendo bocadillos en la estación para sacarlos adelante.
Sin embargo, poco a poco, Mariano conseguirá ganarse la confianza de esa gente ruda y él mismo aprenderá a confiar en ellos. Firme creyente en las ideas progresistas de modernizar el país a través de la educación y la cultura, realmente conseguirá, a través de su pasión por la música, mejorar las vida de estas personas. Frente a sus logros, emerge sin embargo una curandera a la que llaman "la bruja", empeñada en expulsar a Mariano y su esposa de la comunidad. Y entre ambos se establecerá un pulso entre razón y magia, rechazo y deseo, mientras la amenaza de la guerra avanza inexorablemente.
Música en la oscuridad nos trae de vuelta al mejor Antonio Iturbe, a un excepcional contador de historias que, como ya demostró en La bibliotecaria de Auschwitz, tiene un don especial para rescatar del olvido un episodio real poco conocido de nuestro pasado reciente y escribir una novela conmovedora de superación en tiempos de guerra.
Kazami, joven estudiosa de literatura, investiga el misterio que rodea a un libro de cuentos titulado N.P. Su autor, Tekase, pasó gran parte de su vida en Estados Unidos y se suicidó a los cuarenta y ocho años, dejando dos hijos. Cuando Kazami conoce a éstos, detecta de inmediato una estela de locura en los ojos de esos hermanos tiernamente incestuosos. Pero otra muchacha obsesionada por ese mismo libro se cruzará en el camino de Kazami, que pronto se verá envuelta en un inextricable laberinto del que nacerá un amor salvaje, desenfrenado.
La saga Nacidos de la Bruma (Mistborn) es una obra imprescindible del Cosmere, el universo destinado a dar forma a la serie más extensa y fascinante jamás escrita en el ámbito de la fantasía épica.
Durante mil años han caído cenizas del cielo. Durante mil años nada ha florecido. Durante mil años los skaa han sido esclavizados y viven en la miseria, sumidos en un miedo inevitable. Durante mil años el Lord Legislador ha reinado con poder absoluto, dominando gracias al terror, a sus poderes y a su inmortalidad, ayudado por «obligadores» e «inquisidores», junto a la poderosa magia de la alomancia.
Las brumas gobiernan la noche. El lord Legislador domina el mundo.
En otros tiempos, un héroe se alzó para salvar la humanidad. Fracasó.
Desde entonces, el mundo es un erial de ceniza y niebla gobernado por un emperador inmortal conocido como el lord Legislador.
Pero la esperanza perdura. Una nueva revuelta cobra forma cimentándose en la treta definitiva: la astucia de un brillante genio del crimen y la determinación de una heroína insólita, una joven ladrona callejera que deberá aprender a controlar el poder de los nacidos de la bruma.
Andrea llega a Barcelona para estudiar Letras. Sus ilusiones chocan, inmediatamente, con el ambiente de tensión y emociones violentas que reina en casa de su abuela. Andrea relata el contraste entre este sórdido microcosmos familiar —poblado de seres heridos y ásperos— y la frágil cordialidad de sus relaciones universitarias, centradas en la bella y luminosa Ena. Finalmente los dos mundos se encuentran y chocan con violencia.
Comparada por la crítica con Cumbres borrascosas, Nada, ganadora de la primera edición del Premio Nadal (1944), destaca tanto por su prosa fresca y directa como por la extraordinaria sensibilidad en la recreación de una voz femenina. Cuando el libro acaba, el lector tiene la seguridad de poder encontrar, al volver la esquina, a una muchacha pálida y triste, con toda la fuerza de su juventud condensada en el mirar. Es Andrea, absorta, queriendo algo, sin saber qué. Como el resto de los protagonistas, ha nacido a la vida real por un prodigio de la creación artística.
En el Madrid de los años noventa, una joven logra sobrevivir a lo que parece un brutal ataque de violencia de género. La prensa y la opinión pública hacen eco de la noticia y, durante días, no se habla de otra cosa. Incluso hay quien afirma que se lo estaba buscando. Cuando por fin despierta del coma, Minerva no recuerda absolutamente nada, ni siquiera a su agresor que, desde ese instante, se mezclará entre sus amigos más íntimos para convertirse en su sombra y permanecer a su lado durante años esperando, a pesar de los cambios sociales, el momento oportuno para finalizar su «autoencargo». Pero ¿las cosas han cambiado tanto como creemos? ¿Por fin la sociedad ha dejado de juzgar a las mujeres que sufren agresiones de este tipo?