En el cajón de un escritorio de su casa de Roma la autora halla pertenencias de los antiguos dueños: sellos, un diccionario, la foto de tres mujeres y un cuaderno con el nombre de «Nerina». Como una poeta clásica o medieval o una artista del Renacimiento, la mujer sin apellido escapa a la historia y la geografía. Apátrida, políglota, culta, escribe versos sobre sus días en Roma, Londres, Calcuta y Boston, sobre el mar, su familia o las palabras. En estos poemas cotidianos Jhumpa Lahiri vislumbra una identidad. La escritora se convierte en lectora e incluso invoca la intervención de una misteriosa erudita para ordenar ese ovillo de estrofas y vidas que no son las suyas, pero que podrían ser las nuestras.
Un trasplante de urgencia
Un donante lleno de secretos
¿Qué esconden los latidos de tu corazón?
Nueva York, 2017. Cora Merlo, médico residente de primer año, sufre un infarto fulminante que la obliga a un trasplante de corazón. Aún convaleciente la joven recibe la visita de una extraña mujer con una enigmática oferta: pasar unos días en Steelville, un pequeño pueblo de interior, para conocer la vida de su hijo Charles, el donante de su corazón.
Cora se adentra así en un hogar lleno de secretos, en un misterio que se extiende durante veinte años y en un pueblo hermético en el que, justo el día de su llegada, desaparece un bebé en un parque público.
Amparándose en la coartada del terrorismo, unos políticos teócratas se hacen con el poder y, como primera medida, suprimen la libertad de prensa y los derechos de las mujeres. Esta trama, inquietante y oscura, que bien podría encontrarse en cualquier obra actual, pertenece en realidad a esta novela escrita por Margaret Atwood a principios de los ochenta, en la que la afamada autora canadiense anticipó con llamativa premonición una amenaza latente en el mundo de hoy.
En la República de Gilead, el cuerpo de Defred sólo sirve para procrear, tal como imponen las férreas normas establecidas por la dictadura puritana que domina el país. Si Defred se rebela -o si, aceptando colaborar a regañadientes, no es capaz de concebir- le espera la muerte en ejecución pública o el destierro a unas Colonias en las que sucumbirá a la polución de los residuos tóxicos. Así, el régimen controla con mano de hierro hasta los más ínfimos detalles de la vida de las mujeres: su alimentación, su indumentaria, incluso su actividad sexual. Pero nadie, ni siquiera un gobierno despótico parapetado tras el supuesto mandato de un dios todopoderoso, puede gobernar el pensamiento de una persona. Y mucho menos su deseo.
El libro de cabecera de una nueva generación.
Amparándose en la coartada del terrorismo islámico, unos políticos teócratas se hacen con el poder y, como primera medida, suprimen la libertad de prensa y los derechos de las mujeres. Esta trama, inquietante y oscura, que bien podría encontrarse en cualquier obra actual, pertenece en realidad a esta novela escrita por Margaret Atwood a principios de los ochenta, en la que la afamada autora canadiense anticipó con llamativa premonición una amenaza latente en el mundo de hoy.
En la República de Gilead, el cuerpo de Defred sólo sirve para procrear, tal como imponen las férreas normas establecidas por la dictadura puritana que domina el país. Si Defred se rebela -o si, aceptando colaborar a regañadientes, no es capaz de concebir- le espera la muerte en ejecución pública o el destierro a unas Colonias en las que sucumbirá a la polución de los residuos tóxicos. Así, el régimen controla con mano de hierro hasta los más ínfimos detalles de la vida de las mujeres: su alimentación, su indumentaria, incluso su actividad sexual. Pero nadie, ni siquiera un gobierno despótico parapetado tras el supuesto mandato de un dios todopoderoso, puede gobernar el pensamiento de una persona. Y mucho menos su deseo.
Los peligros inherentes a mezclar religión y política; el empeño de todo poder absoluto en someter a las mujeres como paso conducente a sojuzgar a toda la población; la fuerza incontenible del deseo como elemento transgresor: son tan sólo una muestra de los temas que aborda este relato desgarrador, aderezado con el sutil sarcasmo que constituye la seña de identidad de Margaret Atwood. Una escritora universal que, con el paso del tiempo, no deja de asombrarnos con la lucidez de sus ideas y la potencia de su prosa.
En una tierra sin nombre ni tiempo, un hombre llama a la puerta del rey para pedirle un barco con que zarpar en busca de la isla desconocida. Las trabas burocráticas que le ponen, la dificultad para emprender el viaje, la procedencia de la tripulación, los pertrechos necesarios y hasta el sitio de la presunta isla serán el objeto de esta narración en apariencia sencilla, pero que va ganando hondura con cada página.
Sólo al final de una vida sabes cómo y a qué te has adaptado
Esta obra entrelaza dos historias. Por un lado está la fascinante vida del naturalista Charles Darwin, un genio enfermizo que en su tiempo fue tachado de farsante, blasfemo, ignorante y otros muchos defectos por atreverse a argumentar que toda especie, incluyendo la humana, desciende de otra y forma parte de un proceso llamado evolución.
Por otro lado, está la extraña ruta seguida por uno de nuestros contemporáneos, que se considera a sí mismo como el último darwinista y abre un blog en donde exhibe seres humanos que, según propone, son mutaciones de nuestra especie, producidas por los aditivos químicos que desde hace décadas contienen nuestros alimentos y por derivaciones imprevistas del avance tecnológico.