Había una vez cuatro chicos, compañeros en todo, que decidieron proteger a un chico indefenso atormentado por el tirano del colegio. Su acción marcó un cambio decisivo en sus vidas. Un cambio tan grande que tardarán veinticinco años en entender su importancia... Ahora son adultos, con más problemas y más desilusiones, pero una vez al año se reúnen para cazar en los bosques de Maine. Este año, un desconocido entra en su cabaña y, aturdido y confuso, balbucea frases incomprensibles sobre extrañas luces en el cielo. En poco tiempo, los cuatro amigos se encuentran en medio de una lucha terrorífica contra seres de otro mundo. La única posibilidad de salvación radica en encontrar a aquel amigo del pasado, el que sabía cazar sueños y que sabrá también frustrar los sueños de los invasores... Una obra maestra del terror y una historia de ternura y amistad profunda.
Líbano, 1910. La guerra es una amenaza cruel que se cierne sobre todos y los niños son sus víctimas predilectas. El ejército turco está secuestrando adolescentes para obligarlos a sumarse a sus filas; por lo que Hassan debe huir junto con su padre Abdallah desde Chebaa con la esperanza de llegar a un puerto seguro donde puedan escapar hacia América. Apenas cuenta con diecisiete años y Hassan ya sabe lo que es perder su hogar. En su travesía, Hassan es separado de su padre al ser aprehendido por un general, pero su iniciativa y buen juicio le permiten ganarse la confianza del militar, e incluso ocupar un lugar dentro del cuartel como receptor de los mensajes en clave morse. Sin embargo, cuando Hassan se ve en la encrucijada de revelar la ubicación de un pueblo de cristianos y maronitas, en su lugar da las coordenadas de un campamento turco. Su traición costará la vida de doscientos soldados. A partir de entonces, sobre su cabeza pesará una sentencia de muerte hasta que logre abordar el barco que lo llevará hacia un lejano destino donde conocerá a muchos migrantes como él: el puerto de Veracruz…
La noche en que encontró a la Perra, la Humana estaba drogada. Por eso dejó que la siguiera a casa. Ahora convive con un animal que se va llenando de toda la energía que a ella le falta, y al que de pronto le viene un celo incontrolable. La Humana tiene treintaidós años, pero ya no desea. Está en la vida, pero no la ejerce. Llegó a la ciudad hace poco, huyendo de sus días en el campo con un novio que tenía. Sufre extraños síntomas, temblores, moratones que aparecen solos. Un día se agacha a atarse los cordones de los zapatos y descubre que no puede. La Humana teme una maldición que avanza. Para que el psiquiatra acceda a recetarle más ansiolíticos tendrá que asistir a una terapia de grupo. Allí conocerá a Mecha, una mujer fascinante que se convierte, junto con la Perra, en un animal difícil de salvar.
El celo es una historia sobre domesticación, maldiciones, la animalidad del deseo, el miedo como herencia y el poder de los cuentos. Poltergeists, perros enloquecidos y una historia familiar que se construye a mordiscos y silencios.
El cementerio azul es una rara avis que sobrevuela nuestro mundo cotidiano para transportarnos, con la lucidez y el sentido del humor de uno de los creadores más respetados de nuestro panorama cultural, a espacios inexplorados.
El libro comienza un gélido noviembre en Varsovia, bajo las glaciales cuchilladas del viento en el barrio de Praga. De repente irrumpe la ficción y nos vemos inmersos en una sucesión de relatos que acompasan el tiempo y, paso a paso, se convierten subrepticiamente en un imaginario acontecer al que la lectura confiere vida, ¿qué es la literatura si no una alternativa soñada a la realidad?
Treinta años después de El nombre de la rosa, Umberto Eco vuelve para mostrarnos que, en la literatura y en la vida, nada es lo que parece y nadie es quien dice ser. Todo tiene que ver con la conveniencia, y así hasta puede acabar triunfando el rufián que desconfía de todos y que siempre se mantiene alerta, aunque no se mueva casi de ese sitio en el que lo vemos al comenzar esta historia verdaderamente extraordinaria. París, marzo de 1897. Las primeras páginas de El cementerio de Praga nos muestran a un hombre de sesenta y siete años que escribe sentado a una mesa, en una habitación abarrotada de muebles: es el capitán Simonini, un piamontés afincado en la capital francesa, que desde muy ¡oven se dedica al noble arte de crear documentos falsos. De pocas palabras, misógino y glotón, el capitán se inspira en los folletines de Dumas y Sue para dar fe de complots inexistentes, fomentar intrigas o difamar a las grandes figuras de la política europea. Caballero sin escrúpulos, Simonini trabaja al servicio del mejor postor: si antes fue el gobierno italiano quien pagó por sus imposturas, luego llegaron los encargos de Francia y Prusia, e incluso Hitler acabará aprovechándose de sus malvados oficios, esos que hacen brillar cada página de esta magnífica novela.
Venecia, 1725. Mientras una epidemia de viruela siembra de víctimas la ciudad, el cuerpo sin vida de una mujer perteneciente a una de las familias más ilustres aparece en las aguas del Rio dei Mendicanti. El pintor Canaletto es convocado en la sede de los inquisidores del Estado. Uno de sus cuadros más recientes representa una escena en el lugar exacto en el que ha aparecido el cadáver de la mujer, y hay quien sospecha de la implicación del artista en el crimen. El dux en persona le encarga la misión secreta de investigar el homicidio y la presencia de cierto noble en la escena del crimen. En sus pesquisas, Canaletto descubrirá una ciudad desconocida.
¿Qué secretos se ocultan en los palacios venecianos?
¿Qué verdades deberían permanecer sepultadas?