Al cabo de cinco años colaborando con O Público, y con la certeza constante de que me hacen falta doscientos para las novelas que pretendo hacer, es el momento de abandonar estas pequeñas prosas.»
Así ponía fin Lobo Antunes a su labor como cronista periodístico, un legado de relatos, ensayos y diversas misceláneas que conforman un volumen único donde la escritura brilla con luz propia. La vida cotidiana en su Lisboa natal, los recuerdos de su infancia y reflexiones sobre el amor, la soledad, la memoria o la enfermedad jalonan las páginas de este hermoso libro.
Un empresario es asesinado en presencia de su hija, y su cadáver es disuelto en ácido sulfúrico. La consigna es clara: «Sin cuerpo, no hay crimen». Son cinco los hombres involucrados, dos de ellos abogados; todos deberán dar la cara en un juicio vibrante. Lobo Antunes nos abre la puerta a la mente de los cinco asesinos, desgranando sus móviles, los traumas y secretos de cada uno de ellos, rincones donde habitan la infamia, la perversión y el exceso.
La vida en todas sus formas, las anécdotas de infancia y el recuerdo de amigos desaparecidos, una calle de Lisboa, un árbol en el jardín familiar, un viaje a Italia, una noche en un hotel de Munich, la entrega de un premio literario, la inspiración, la dificultad de escribir... La vida de António Lobo Antunes en todos sus aspectos conforma el universo de las crónicas que el autor portugués viene ofreciendo desde hace años en distintas publicaciones periódicas de todo el mundo. Estas crónicas, y las que se publicarán en sucesivos volúmenes, representan lo más parecido a la autobiografía de uno de los escritores cruciales del panorama literario mundial.
En un turbulento siglo XII, Leola, campesina adolescente, desnuda a un guerrero muerto en un campo de batalla y se viste con sus ropas de hierro, para protegerse bajo un disfraz viril. Así comienza el vertiginoso y emocionante relato de su vida, una peripecia existencial que no es sólo la de Leola sino también la nuestra, porque esta novela de aventuras con ingredientes fantásticos nos está hablando en realidad del mundo actual y de lo que todos somos.
Sería difícil encontrar un grupo humano más alejado de nuestra fisonomía y de nuestros patrones culturales que los habitantes de la selva africana mal conocidos como «pigmeos». Están lejos de nosotros y de todo el mundo. Son los exóticos de los exóticos. Homero les da ese nombre a unos seres en la Ilíada, y de sus versos nace uno de los malentendidos más ridículos y perdurables de la historia científica. El poeta se refería a unas criaturas tan fabulosas como nuestros duendes. Sin embargo, el mito siguió vivo, y, a partir del siglo XIX, contra todo pronóstico y empujados por la ciencia, la literatura y la fantasía, muchos exploradores han ido en su busca al corazón de África.
«La lluvia seguía golpeando en la ventana, constante y gris, arrebujada en sí misma como un caracol dentro de su concha. Sentí que en tus ropas estaba tu presencia esquiva, tu espíritu que se escapaba».
A partir de diecinueve fotografías de Nueva York, la autora narra la vida de Lola, una joven a quien su madre dejó a los ocho años para perseguir una carrera como actriz en la Gran Manzana. Marcada por este abandono primigenio, Lola ha vivido una vida de complejos y carencia emocional. Todo cambia cuando recibe la llamada de un desconocido que le advierte de que su madre ha desaparecido y se embarca en la difícil labor de hallar a una mujer que apenas conoce. El viaje de Lola será hacia lo más profundo de la esencia humana y de sí misma. Una travesía donde no todo es lo que parece.